ARTÍCULO SOBRE UN OLVIDADO SUCESO HISTÓRICO INTERNACIONAL DE LA ARMADA DE CHILE: "PRESENCIA DEL CRUCERO 'ESMERALDA' EN PANAMÁ" (del Capitán de Navío Carlos Tromben)
Crucero "Esmeralda" de la Armada de Chile (1883-1894).
Este
texto pertenece al Capitán de Navío (R) de la Armada de Chile don
Carlos Tromben, publicado en la revista "International Journal of Naval
History" de abril 2002 (link al texto original: ijnhonline.org/wp-content/uploads/2012/01/pdf_tromben_english.pdf).
Aborda un tema virtualmente desconocido de la historia de Chile por la
reserva con que se trató en su momento, y que tendrá su aniversario en
estos días: el episodio en que el crucero "Esmeralda" buscó intervenir
frente a las fuerzas invasoras de los Estados Unidos en Panamá (cuando
todavía formaba parte de Colombia), poco después de la Guerra del
Pacífico. Sólo comentaré de mi parte que Chile siempre ha sido visto
como una república con escasa participación en el sentimiento
americanista del continente a pesar de la relevancia que tendría este
acontecimiento y otros sucedidos años antes, como en la invasión
filibustera de Walker en Nicaragua, cuando el gobierno chileno fue
quizás el primero en llamar a una alianza continental contra los
invasores o cuando brindó asistencia a Perú durante la invasión española
de las Islas Chincha en 1865, en ambos casos con escasa o nula
respuesta a los llamados de unidad, a pesar de las permanentes proclamas
latinoamericanistas que marcaron al siglo XIX. Del mismo modo, quizás
exista la posibilidad de que la cuestión militar y diplomática de los
hechos acontecidos en Panamá en 1885, así como la anteriormente
frustrada intervención norteamericana en favor de los intereses aliados
durante la Guerra del 79, hayan influido en los ánimos de la Unión de
Estados Americanos vertidos durante el famoso "Caso Baltimore" de
1891-1892, en que casi se produce una guerra entre ese país y Chile.
INTRODUCCIÓN
El 10 de abril de 1885 el crucero Esmeralda
zarpó de Valparaíso en demanda de Panamá. Después de reabastecerse en
Callao, llegó a su destino el 28 del mismo mes donde cumplió una misión
poco difundida en nuestra historia naval (1).
No
se han encontrado antecedentes concretos sobre los orígenes de la
misión que debió cumplir, excepto lo escrito por su Comandante el
Capitán de Navío Juan Esteban López Lermanda. Dice en un libro de
recuerdos sobre la Guerra del Pacífico (2)
que fue llamado a presentarse ante el Presidente de la República
Domingo Santa María González. En el despacho presidencial se encontraba
el Ministro de Relaciones Exteriores Luis Aldunate, quien le dijo que “el
gobierno ha tenido sus razones para fijarse precisamente en usted para
el desempeño de la delicada comisión que le he comunicado y que se le va
a encomendar” con lo cual fue prácticamente reincorporado al servicio activo después de haber sido relevado del mando del blindado Blanco Encalada
durante la Guerra del Pacífico, que había terminado pocos años antes.
López no dice en qué consistía la misión encomendada ni narra cómo la
cumplió, tal vez porque su libro está dedicado a explicar solamente su
actuación en dicho conflicto. Otro personaje de la época que se ha
referido a estos acontecimientos es el Capitán de Fragata Alberto Silva
Palma (3) que más tarde alcanzó el grado de Contraalmirante.
Benjamín Vicuña Mackenna en un artículo sobre la Isla de Pascua (4),
que no había sido incorporada aún, se refiere a la rivalidad entre
Chile y Estados Unidos. Dice que el puerto de Panamá fue ocupado “hace pocos días por una división de la armada de la Federación del Norte”. Se pregunta si la continua expansión estadounidense se detendrá en ese punto. Se contesta a sí mismo expresando: “no
lo sabemos a punto fijo, pero no ha dejado de ser por esto un hecho
previsor y laudable de que junto a los capotes grises de los soldados de
la Unión hayan aparecido (como en Chimbote) en la ciudad de Panamá las
chaquetas azules de nuestros marinos de la Esmeralda si más no sea como una muda protesta”.
Estas
aseveraciones, por su poca claridad y alusiones tangenciales y la
oscuridad que ha rodeado a este asunto, merecen una investigación más
profunda.
LAS RELACIONES INTERNACIONALES DE CHILE EN LA ÉPOCA
William
Sater se ha referido extensamente a las relaciones entre su país y el
nuestro ,en un libro que lleva el sugestivo título "Chile y Estados Unidos. Imperios en conflicto” (5).
En
el capítulo correspondiente al período que nos interesa, dice que Chile
emergió de la Guerra del Pacífico como una potencial amenaza para
Estados Unidos. En el Congreso de este país se decía periódicamente que
los tres blindados chilenos (Blanco, Cochrane y Huáscar)
podían hundir con facilidad a los buques con casco de madera de la
Armada estadounidense. Terminada la guerra, se había sumado a los
citados buques el crucero protegido Esmeralda, de buena potencia
de fuego e impresionante velocidad. Una publicación estadounidense
citada por Sater decía, en agosto de 1885, poco después de los sucesos
de Panamá, que este último “puede destruir nuestra Armada completa, buque por buque, y no ser tocado nunca”.
En esa época se desempeñó como comandante de buque en el Pacífico
sudamericano el Capitán de Navío Alfred Mahan. De sus experiencias,
lecturas y análisis saldría más tarde su libro "La influencia del poder naval en la historia", una obra de gran trascendencia sobre el tema. Dice Sater: “La
nueva doctrina naval de Alfred Thayer Mahan reforzó las lecciones de la
Guerra del Pacífico. Estados Unidos construyó una gran flota, tal vez
por inspiración del ejemplo de Chile” (6).
Emilio
Meneses Ciuffardi coincide a grandes rasgos sobre la ya citada
percepción estadounidense sobre la capacidad naval chilena al final de
la Guerra del Pacífico y de la frustración de ese país por no haber
podido impedir que el nuestro impusiese sus términos a Perú y Bolivia al
final de ese conflicto (7).
Muchos
autores, incluyendo los citados, se han referido al hecho de que
Estados Unidos tuvo, en general, una mayor simpatía por Perú y Bolivia
en el conflicto aludido. Sus acciones como mediador, esperando impedir
las pérdidas territoriales peruanas, no tuvieron resultados.
Posteriormente, el gobierno provisional de García Calderón ofreció ceder
una base en Chimbote para Estados Unidos. El contraalmirante Patricio
Lynch, Comandante en Jefe de las Fuerzas chilenas que ocupaban
parcialmente Perú se impuso de los entendimientos entre el gobernante
peruano y la diplomacia estadounidense y dispuso que el blindado Blanco Encalada ocupara Chimbote con fuerzas de Infantería de Marina frustrando igual propósito de la fragata estadounidense Pensacola en diciembre de 1881. La crisis de Panamá ocurrió cuatro años después cuando el crucero Esmeralda ya estaba incorporado a la Escuadra.
Revisando las Memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile de 1885 y 1886, nada se dice del viaje del Esmeralda.
En la parte concerniente a las relaciones con Colombia se describen los
movimientos revolucionarios en varios de sus estados confederados y se
resumen los sucesos con el siguiente párrafo: “Contribuyó a la
pacificación de este Estado la presencia de tropas norteamericanas
desembarcadas en los puertos de Colón y Panamá para proteger, según se
dijo, el libre tráfico del ferrocarril intercontinental, conforme a la
interpretación dada al artículo 35 del Tratado de 1846 que liga a
Colombia con los Estados Unidos” (8).
Chile tenía en relaciones normales con ministros en Colombia, Ecuador y
Perú y cónsules en ciudad de Panamá, Buenaventura, Guayaquil y Callao.
Llama la atención que en estos documentos no se haga ninguna alusión a
las recaladas de este buque en dichos puertos.
Las
Memorias consultadas dan cuenta de algunos asuntos pendientes con los
tres países del Pacífico Sur ya nombrados. Con Colombia, había
preocupación por los chilenos que trabajaban en la construcción del
Canal de Panamá y por la actitud de las autoridades de esa nación con
relación al paso de pertrechos de guerra para los beligerantes durante
la Guerra del Pacífico. Chile deseaba que se reglamentase este asunto
para el futuro. Con Ecuador, país de tradicionales buenas relaciones con
Chile, se encontraba pendiente la crisis suscitada por apresamiento de
la torpedera peruana Alay en aguas ecuatorianas durante el citado
conflicto. Con Perú existían los problemas derivados del término de la
guerra. Mario Barros en su clásico libro (9) nada dice tampoco del viaje del crucero Esmeralda.
LA CRISIS DEL ISTMO DE PANAMÁ
Panamá
era uno de los estados que formaban parte de la República Federativa de
Colombia. Geográficamente distante de Bogotá y muy aislado, era
alcanzable solamente por mar. Desde el período colonial gozaba de cierta
autonomía y era un importante punto de tránsito para la producción de
plata y oro del Virreinato de Perú y para el comercio con Europa. Ya en
el período republicano, las caravanas de mulas que cruzaban el istmo
habían sido reemplazadas por una vía férrea levantada por capitales
estadounidenses. Ella permitía un más rápido transbordo de pasajeros y
carga entre los dos océanos. En la época que nos interesa, una compañía
francesa intentaba construir un canal transoceánico a través del istmo,
utilizando la experiencia del canal de Suez. En Estados Unidos se miraba
con preocupación la influencia que ganaría Francia en América, que era
además una potencia en plena expansión colonial en varias partes del
mundo. En el país norteamericano había quienes pensaban que se debía
invertir recursos financieros en construir un paso interoceánico a
través de Nicaragua.
En
esa época, Chile era uno de los pocos países sudamericanos que gozaba
de estabilidad política. Perú se encontraba sumido en una larga guerra
civil. En Bolivia y Ecuador había también inestabilidad. Colombia era un
caso especial. Hubo movimientos revolucionarios en varias áreas de la
confederación. En el Estado de Panamá, el movimiento fue muy violento y
con connotaciones separatistas, estimuladas por los intereses franceses y
estadounidenses en juego.
Las convulsiones políticas en el istmo eran frecuentes. Reussner y Nicolás (10)
afirman que entre 1850 (año en que se estableció el ferrocarril) y 1903
(en que se independizó Panamá) hubo cincuenta y tres movimientos
revolucionarios contra las autoridades de Bogotá. ¡Un promedio de uno al
año!
La
rebelión de 1885 fue encabezada por Rafael Aizpurú en ciudad de Panamá
(costa del Pacífico) el 16 de marzo. Los rebeldes aislaron el istmo de
las autoridades centrales de Colombia. La ausencia de fuerzas leales al
gobierno federal en Colón (costa del Caribe) desencadenó una rebelión en
esa ciudad. El regreso de las tropas gubernamentales hizo que los
rebeldes incendiaran esta última ciudad. Los sucesos en ambas
localidades panameñas conmovieron a la opinión pública chilena. Sin duda
que la perspectiva de una interrupción de las comunicaciones a través
del istmo era preocupantes.
Hemos seguido las noticias publicadas en el diario La Unión de Valparaíso durante 1885. Ese medio de prensa estaba recién creado. La fuente de éstas es una sección que el diario llamaba “Telegramas por el cable submarino vía Galverston”.
Los telegramas se publicaban con fecha y lugar de origen en inglés y se
entregaba además su traducción. Otra fuente de información eran
extractos de editoriales o noticias publicados por los diarios de Panamá
y Guayaquil, que llegaban en los buques que hacían el servicio de
carga, pasajeros y correo a lo largo de la costa del Pacífico. Llama la
atención la mala calidad del periodismo de la época. Las noticias se
publican sin ninguna elaboración y sin relacionarlas con reacciones en
el plano interno. Las informaciones eran insertadas en forma dispersa y
sin presentar una evolución de los hechos.
A partir del 4 de abril, La Unión
comienza a publicar cables en que se informa de los hechos acaecidos en
el Estado de Panamá. Muestra en forma fragmentaria los preparativos
estadounidenses para intervenir. Un cable fechado el 31 de marzo dice: “gran indignación ha causado en Colón y en ciudad de Panamá la actitud indolente de los buques de guerra surtos en Colón”. En otro, fechado en ciudad de Panamá el 2 de abril, puede leerse que “una
comisión compuesta de residentes estadounidenses ha telegrafiado al
Gobierno de Washington diciendo que sus intereses y vidas corren peligro
y solicitan protección inmediata”. Otros cables dan cuenta de los
movimientos de tropas y buques destinados a intervenir en la revolución y
de las instrucciones para el comandante de la USS Galena
estacionado en Colón. En los días siguientes se dan detalles del
incendio de ese puerto y de la interrupción de las comunicaciones a
través del istmo. En ese mismo período este diario conservador y por lo
tanto, tenaz opositor del gobierno del liberal presidente Santa María,
se refiere al rumor sobre intentos de Gran Bretaña por adquirir el
crucero Esmeralda para enfrentar una crisis internacional con
Rusia. El diario aprovecha la ocasión, el 9 de abril de 1885, para hacer
comentarios sobre la mala calidad de este buque por su escaso blindaje,
aunque le reconoce su buen andar. La crítica está orientada en contra
del Presidente que ordenó su adquisición, ya que hay consenso de que
esta unidad era de muy buena calidad.
La Revista de Marina (11)
publicó más adelante el itinerario cumplido por este crucero que fue
enviado a Ciudad de Panamá para intervenir. Zarpó de Valparaíso el 10 de
abril y llegó a su destino el día 29 después de haber recalado
previamente en Callao. Estuvo en Ciudad de Panamá hasta el 12 de mayo en
que zarpó a Guayaquil. En este puerto ecuatoriano estuvo entre el 19 de
mayo y el 3 de junio. El día 9 de ese mes llegó a Callao donde relevó a
otras unidades chilenas que permanecían en ese puerto observando la
situación interna peruana, afectada por una violenta guerra civil. Por
su parte, La Unión, en su edición del 28 de abril, publica un informe del comandante del crucero Esmeralda fechado en Callao donde da cuenta de su viaje, del consumo de carbón y donde anuncia su “zarpe a Panamá a cumplir las órdenes que el Supremo Gobierno ha tenido a bien encomendarme, después de hacer carbón”. Tres días después La Unión
critica al gobierno por el gasto que involucró el viaje basándose en el
consumo de carbón informado por el comandante López. Un cable fechado
en Panamá que da cuenta de la llegada del crucero Esmeralda el 28
de marzo, dos días antes de que las partes, es decir los rebeldes y el
gobierno federal colombiano, llegaran a un acuerdo de paz. El 5 de junio
una noticia del cable dice que oficiales navales estadounidenses que
formaron parte de la expedición a Panamá dijeron que el pueblo estaba
deseoso que Estados Unidos hiciese permanente su posesión provisoria de
Panamá. Agregaron que en las circunstancias actuales era imposible que
el país permaneciese pacífico por más tiempo. Doce días después, el
diario da cuenta de la llegada del crucero a Callao el 10 de junio y del
destierro del general ecuatoriano Eloi Alfaro que tomó parte en una
revolución en Ecuador y en Colombia. Diez días después de esta
información, publica un cable fechado en Washington en que se dice que
Estados Unidos tendrá que intervenir nuevamente en Panamá. En el resto
de los ejemplares de ese año La Unión no vuelve a publicar informes del viaje del crucero Esmeralda ni de las actividades desarrolladas en Panamá y en Guayaquil. Curiosamente, la Revista de Marina tampoco se refiere al tema, pese a que en esos años ubicaba muchos detalles de la actividad naval.
El 28 de mayo de 1885, La Unión reproduce un editorial sin fecha de El Telégrafo de Guayaquil. Uno de sus párrafos más importantes dice: "El
buque chileno, desgraciadamente, llegó al istmo cuando el conflicto
había desaparecido por completo, dejando en la oscuridad o para el
porvenir la explicación de una importante incógnita, a saber, ¿las
fuerzas norteamericanas procedieron arbitrariamente o con acuerdo del
gobierno legal? Eso se sabrá en breve, no lo dudamos y eso mismo
determinará la política de las demás naciones americanas, y
especialmente Chile, a quien podemos considerar a la vanguardia, deben
adoptar en previsión de las emergencias o probabilidades del porvenir". Sin duda que la presencia del crucero chileno en el puerto ecuatoriano tiene directa relación con esta publicación.
Emilio Meneses (12),
citando fuentes estadounidenses y un informe del comandante López
fechado en Callao el 9 de junio de 1885, nos entrega mayores
antecedentes sobre el asunto. La reacción estadounidense se manifestó el
7 de abril cuando llegó el Shennandoah a ciudad de Panamá y tres
días después comenzaron a llegar otras unidades estadounidenses a
Colón. El 27 de abril los infantes de marina estadounidenses
desembarcaron en ciudad de Panamá. Al día siguiente llegaron tropas
federales colombianas provenientes de Buenaventura. El 28 de abril, día
del arribo del crucero Esmeralda a ese puerto, se iniciaron las
conversaciones entre los rebeldes, el comandante de las fuerzas
estadounidenses y los jefes de las fuerzas federales colombianas. Con
ello la crisis se fue atenuando. El comandante López manifiesta su
extrañeza porque las autoridades colombianas no se aproximaron a él.
También informa que su buque fue objeto de numerosas visitas de
oficiales estadounidenses preocupados por conocer detalles de sus
características. Termina Meneses diciendo que “la visita del
Esmeralda causó bastante curiosidad y preocupación a las autoridades
navales de Estados Unidos y Francia en relación a los motivos que tenía
Chile para enviar ese buque”. Más adelante dice:
El
viaje... no se tradujo en una intervención chilena a favor de los
intereses colombianos, entre otros motivos porque ellos ya no corrían
peligro, pero su presencia dejó claramente establecido cuál potencia
disponía de la nave más poderosa, si las circunstancias lo requerían. La
Armada de Chile estaba consciente de la utilidad del empleo político de
los medios navales y el razonamiento que llevó al comandante López a no
actuar precipitadamente indica un elaborado juicio político para
evaluar la situación que encontró al llegar a Panamá.
La
meta de los marinos chilenos no era demostrar que podía físicamente
imponerse a eventuales rivales, sino velar porque los intereses de
Colombia estuviesen debidamente resguardados.
Rodrigo Fuenzalida Bade nos da una versión algo diferente de los hechos (13). Dice en la biografía del comandante López:
Al tomar el mando de la Esmeralda (sic),
el más poderoso buque en la costa del Pacífico en ese momento, López
fue comisionado para dirigirse a Panamá y visitar Guayaquil y El Callao.
Estados Unidos amenazaba la integridad de Colombia y podía bombardear
Guayaquil si no se aceptaban ciertas exigencias. Como segundo llevó
López al capitán Alfredo Marazzi que dominaba el idioma inglés. A cien
millas de la costa de Chile abrió López un sobre cerrado con las
instrucciones del Gobierno de Chile. Ellas decían: Tiene Ud. carta blanca para hacer lo que quiera.
En
1885 durante la revolución de Aizpurú en Panamá y Prestán en Colón,
fondeó en Panamá donde supo que Estados Unidos había tomado posesión de
Colón y proyectaba apoderarse de Panamá, dirigir la política interna de
Colombia y cambiar autoridades para iniciar la gigantesca obra que se
realizó después, la apertura del Canal de Panamá. Se consultaba también
el bombardeo de Guayaquil en caso que Ecuador se opusiera a estos
proyectos. Resuelto a defender los principios de confraternidad
hispanoamericana, audaz e inflexible, anunció que en nombre de Chile
tomaría posesión de Panamá para resguardar el orden tal como lo había
hecho la Escuadra norteamericana en Colombia en la revolución contra el
presidente Rafael Núñez en 1884. Transcurrido el plazo de notificación,
desembarcó tropas y ocupó la plaza de Panamá, produciendo una notable
impresión. Un almirante francés le insinuó que podía ser atacado por los
buques norteamericanos pero López no se inmutó. "Yo no abandonaré Panamá mientras las fuerzas de los Estados Unidos no hayan abandonado Colón",
fue la respuesta del jefe chileno. Días más tarde, la Marina de Estados
Unidos reembarcaba sus fuerzas en Colón, a la vez que los marinos
chilenos hacían lo mismo en Panamá, devolviéndole su integridad y
regresando a bordo del Esmeralda. Cabe hacer presente que cuando
este autor escribe Panamá, se está refiriendo a la ciudad-puerto de ese
nombre ubicada en la costa del Pacífico y no a todo el estado.
El ya citado Alberto Silva Palma da una versión diferente de la anterior. Dice, después de referirse del episodio de Chimbote:
Posteriormente, cuando llegó la nueva Esmeralda
a relevar a la gloriosa de Iquique, sobrevino en Panamá una revuelta
que reclamaba en aquel lugar la presencia de una nave chilena para
defender la territorialidad de aquel Estado. Esa Esmeralda, el
crucero más rápido a flote en aquella época, haciendo uso de sus buenas
condiciones de andar, al mando del capitán J. E. López, fue comisionado
para que, a la brevedad posible, llegase a aquel escenario de
disturbios.
A
su arribo, supo con sorpresa que ya los americanos habían desembarcado
al otro lado del istmo, en Colón, fuerzas de desembarco con la intención
de ejercer dominio o presión sobre uno de los contendores o con el
objeto de guardar o resguardar los intereses americanos.
De
este lado, en Panamá, el capitán López, poniéndose al habla con el
comandante de una corbeta francesa, y como jefe más caracterizado,
comunicó al jefe de las fuerzas americanas en Colón, que si ellas no
eran embarcadas, él se vería obligado a desembarcar igual número en el
puerto de Panamá. Planteada la cuestión de esta forma, si no se
retiraban los americanos, el asunto podía complicarse. La justicia de
esta actitud o quizás la conveniencia de no indisponerse con las
naciones de Sudamérica, que por el momento estaban mejor armadas que
ellos, resolvieron embarcar sus tropas, quedando con esto concluida la
intervención extraña, en este asunto interno de un país independiente.

Itsmo de Panamá, en Plano de 1850.
UN TESTIMONIO DIRECTO
El informe del comandante del crucero Esmeralda,
Capitán de Navío Juan Esteban López Lermanda, es un extenso documento
manuscrito redactado en Callao, al finalizar la comisión a Panamá y
Guayaquil (14). En él no señala en detalle la misión que recibió pero dice que está escribiendo en virtud de “la parte final de las instrucciones en que se prescribe hacer una memoria sobre los informes que se obtengan...”.
La frase, con las negrillas agregadas, da a entender que la misión
estaba relacionada con el conocimiento de la situación real en el istmo y
en las demás áreas del Pacífico sudamericano.
El
informe se extiende en numerosos detalles que corroboran esta
impresión. A la llegada del crucero a Panamá, el 28 de abril de 1885, se
encontraban en este puerto las siguientes unidades navales: tres buques
franceses, uno de los cuales enarbolaba la insignia del almirante que
comandaba la estación naval en el Pacífico, uno inglés y dos
estadounidenses. Otra unidad de este país llegó pocos días después.
Asimismo, arribó desde Buenaventura (estado de Cauca) la cañonera
colombiana Boyacá trayendo a remolque un pontón. Estas naves
traían una fuerza militar, al mando del general Montoya, con el
propósito de restablecer el control de las autoridades federales
colombianas en el istmo de Panamá.
Las
tropas rebeldes, al mando del General Aizpurú, eran de una fuerza
similar y tan mal equipadas y entrenadas como las tropas federales,
según la apreciación del comandante López.
En
la estación del ferrocarril y protegiendo el tráfico del istmo, se
encontraban acantonados fuerzas de los Estados Unidos de Norteamérica
compuestas de tropas de marina venidas desde Nueva York y de parte de la
marinería de los buques anclados en Panamá. En Colón había una pequeña
fuerza del ejército nacional apoyados por fuertes destacamentos de
tropas norteamericanas.
Esa era la situación a la llegada del crucero Esmeralda.
El comandante López narra que, tanto el almirante francés como los
comandantes estadounidenses e inglés, procuraron informarse de los
motivos de la presencia del buque chileno. Él hizo lo mismo en estas
conversaciones, en sus contactos con el cónsul de Chile en ciudad de
Panamá y en otros contactos. Le llamó la atención que “ni las
autoridades que mandaban en tierra ni las que dominaban la bahía,
procuraban entrar en contacto con nosotros ni con los demás buques de
guerra que habían en los puertos”. Indudablemente que se refiere a los dos bandos colombianos en pugna. “Como
los acontecimientos iban a tener un próximo desenlace, creí conducente y
prudente abstenerme de comunicarme con ninguna de las partes
beligerantes y esperar el desenlace para proceder".
Pasa enseguida, el comandante del crucero Esmeralda a explicar la situación general en la época de su arribo:
Existen
en Panamá dos grandes empresas que se disputan la preponderancia en el
istmo. La Sociedad Universal del Canal Interoceánico y la del
ferrocarril que lo atraviesa; entre ambas dan vida por completo a todo
el movimiento comercial de aquellos lugares; tienen en juego grandes
capitales: disponen de un numerosísimo personal y casi nadie ni nada se
mueve en aquellos pueblos sin que tenga relación con estas dos grandes
empresas o sin que estén ligadas a ellas por algún vínculo.
Más
adelante dice que ambas compañías tienen capitales en común pero
directorios separados. En la primera había mayoría francesa y en la
segunda, estadounidense. Existía una gran rivalidad entre ambos grupos. “El
día que se una la dirección de las dos compañías, no se hará en el
estado de Panamá más que su exclusiva voluntad, poniendo y removiendo
autoridades a su antojo” concluye esta parte del informe. Más
adelante, dice que la enajenación de la compañía del ferrocarril (o su
absorción por la del canal) implicaría una fuerte indemnización al
gobierno de Colombia, de acuerdo al convenio suscrito cuando fue creada.
También implicaría la pérdida del control estadounidense de dicha vía
férrea. Por ello, se mantienen independientes ambas empresas pese a que
tienen accionistas en común.
Más
adelante el informe resalta que la población del istmo es cosmopolita,
siendo una minoría los colombianos prominentes. A esto “se agrega una
indiferencia y alejamiento del gobierno general que toca ya en el
desquiciamiento, con leyes que son letra muerta, con la justicia que es
solo una fórmula", el gobierno colombiano de Panamá bien poco se preocupa, continúa haciendo ver el comandante chileno. “Sin
fuerza y poder para reprimir los males, ni para hacer bien a la
comunidad y con su residencia a gran distancia, hace que los habitantes
de aquella ciudad sepan más de Chile con quien tienen fáciles vías de
comunicación y mucho más con Nueva York, de donde solo distan ocho días,
que del gobierno de la capital”. Las continuas revueltas y su represión por tropas traídas desde Buenaventura (estado de Cauca) o Cartagena “han hecho que se produzca un odio profundo entre ellos... (entre colombianos de Panamá y de los otros estados)....
y si a esto se agrega la indiferencia por la cosa pública... resulta
que los gobiernen los caucanos o los dominen los norteamericanos, para
ellos (los panameños) le es indiferente. El espíritu patrio está
muerto y no hay allí otro motor que el dinero de las dos grandes
empresas y de la voluntad de sus directores”.
Luego,
el informe entra en un tema del más alto interés. Sostiene que en un
tiempo no muy lejano el istmo formará parte de Estados Unidos al ser
vendido por Colombia. No cree que este sea aún el momento oportuno para
la anexión porque Estados Unidos no cuenta con el poder naval en el
Atlántico frente a las potencias europeas ni en el Pacífico. Resalta que
los diarios serios de Nueva York editorializan sobre la presencia del Esmeralda en ciudad de Panamá, lo que es reproducido en el diario La Estrella
de Panamá, pero que este tema no alarma ni a los pueblos ni a las
autoridades locales como tampoco el hecho que en la isla Flamenco hay
una factoría de una empresa estadounidense donde no se admite ni la
policía ni las autoridades colombianas.
El
comandante López pasa enseguida a narrar algunos pormenores de la
revolución en curso. Dice que el presidente del estado de Panamá,
General Santo Domingo Vila, decidió expedicionar con sus tropas sobre
Cartagena que se había insurreccionado contra el gobierno federal
colombiano. La ausencia de tropas gubernamentales en Colón hizo posible
la insurrección de Pedro Prestán en ese puerto. Era auspiciado por la
compañía del canal en construcción. Los revolucionarios encargaron armas
a Nueva York, al mismo tiempo que conferenciaban con un buque de guerra
estadounidense asegurando que el libre tránsito a través del istmo se
mantendría. Cuando llegaron las armas, el comandante estadounidense se
opuso a su desembarco. Prestán respondió tomando de rehén a uno de los
oficiales de ese buque y amenazó con incendiar la ciudad. Se cree que la
actitud del comandante estadounidense fue incentivada por la compañía
del ferrocarril, rival, como ha sido dicho, de la compañía del canal. El
asunto se arregló con un permiso para un desembarco parcial de armas a
cambio de la libertad del oficial. Entretanto, las autoridades
colombianas de Ciudad de Panamá organizaron una fuerza que, trasladada a
través del istmo por medio del ferrocarril, venció a las tropas de
Prestán que antes de abandonar Colón procedieron a incendiar y saquear
la ciudad hasta que ingresaron las tropas gubernamentales y las que
desembarcó el buque estadounidense. Poco después y aprovechando la
ausencia de fuerzas del gobierno central colombiano en ciudad de Panamá,
estalló una insurrección encabezada por Rafael Aizpurú en este puerto
del Pacífico. Se dice que éste caudillo era amparado por la compañía del
canal, tal como las tropas que derrotaron a Prestán en la costa
caribeña lo eran por la compañía del ferrocarril.
Las
fuerzas leales al gobierno central colombiano y las estadounidenses,
que fueron llegando desde la zona atlántica, solicitadas por dichas
autoridades en vista de que la revolución había estallado en varios de
sus estados, quedaron aisladas en Colón.
La
compañía del ferrocarril movió sus influencias para hacer que aumentase
la presencia de fuerzas estadounidenses en ciudad de Panamá, en manos
en ese momento de Aizpurú. Cuando éste supo de estas gestiones y de que
el gobierno central colombiano estaba organizando una fuerza en
Buenaventura para terminar con su insurrección, procedió a levantar
barricadas en las calles, lo que alarmó a los habitantes, temiendo que
se repitiesen los sucesos de Colón. En esas circunstancias,
intervinieron fuerzas estadounidenses que estuvieron apunto de trabarse
en combate con las de Aizpurú. Finalmente, los norteamericanos lograron
que el líder revolucionario cediera y se comprometiera a no combatir en
la ciudad, habiendo llegado en esos días la fuerza enviada por el
gobierno central colombiano desde el Estado de Cauca (Buenaventura). Los
estadounidenses se retiraron de la ciudad y Aizpurú llegó a un acuerdo
con las tropas colombianas que, mandadas por el General Montoya, tomaron
posesión de ciudad de Panamá el 30 de abril de 1885, dejando en
libertad al citado caudillo y sus seguidores.
El comandante López, que había llegado dos días antes con el crucero Esmeralda, dice que visitó al nuevo gobernante:
...para
manifestarle los deseos del gobierno de Chile por la conservación de la
paz en el istmo y lo sensible que habían sido las desgracias ocurridas
en Colón. No creí conveniente hacer otras manifestaciones, tanto porque
los acontecimientos estaban terminados, cuanto por que vi que las
autoridades colombianas se encontraban íntimamente ligadas con las de
Estados Unidos; sin embargo, antes de separarme, le signifiqué el buen
espíritu de que me encontraba animado para el caso de que se nos creyese
útiles.
Se
extiende el autor más adelante en los detalles de las consideraciones
guardadas por los estadounidenses respecto de las autoridades y fuerzas
colombianas recién llegadas. Simultáneamente, da cuenta del desagrado
del almirante y de los ciudadanos franceses por la escasa influencia que
tuvieron en los sucesos y de los avances de la influencia
estadounidenses. Se llegó a sostener que todo fue premeditado, dada la
celeridad con que llegaron las fuerzas de Estados Unidos. López dice
textualmente:
Los
norteamericanos repiten a quién quiera oírles que no permitirán que
nación europea alguna intervenga en los asuntos de América y agregan que
son bastante poderosos para garantir los intereses de los Sudamericanos
y de los extranjeros residentes en el continente.
El
informe se extiende más adelante en la situación de los chilenos en
Panamá, en las malas condiciones de desarrollo de las ciudades de esta
zona, en las pocas posibilidades de éxito de las excavaciones que hacía
en esa época la compañía que construía el canal, ya sea por falta de
recursos financieros o por el mal trazado de las obras. Se refiere
también a las penosas condiciones en que se desarrollan los trabajos, en
un clima tropical inhóspito, favorable a toda clase de enfermedades con
una alta tasa de mortandad. Los trabajadores más resistentes parecían
ser los jamaicanos de origen africano.
Dando
por terminada mi misión en Panamá, dejé aquella bahía el 12 de mayo al
mediodía y haciendo rumbo al puerto colombiano de Buenaventura, donde
fondeamos en la desembocadura del río en la noche del 13.
La
estadía se limitó a permanecer en ese punto, ya que al comandante no le
mereció confianza el práctico que debería haberlo asesorado para llevar
al crucero hasta la ciudad. Por ello se limitó a enviar embarcaciones y
recibir noticias para luego zarpar a Guayaquil.
Una vez en el puerto ecuatoriano, se reunió con la corbeta Chacabuco cuyo comandante le hizo notar que “había
una pequeña preocupación por la visita que hacían nuestros buques,
suponiendo que tratábamos de inmiscuirnos en sus asuntos políticos”.
El
comandante López se extiende en su informe sobre la alarma que existía
en la población y las autoridades de Guayaquil respecto a una posible
intervención estadounidense en sus asuntos. Además, se refiere al estado
de intranquilidad interna en Ecuador y a la pugna entre Guayaquil donde
dominaban los elementos liberales y Quito donde lo hacían los
conservadores. Los gobiernos de Ecuador y Colombia estaban de acuerdo en
vigilar los exiliados de los respectivos países para evitar que
intentaran nuevos movimientos para alterar la vida política. El
conflicto con Estados Unidos derivaba del hecho que tropas leales al
gobierno ecuatoriano en ejercicio había destruido la propiedad de un
ciudadano estadounidense que estaba además preso por su participación en
un movimiento revolucionario. El gobierno estadounidense reclamaba la
libertad de dicho ciudadano y la indemnización de los daños. En esos
días circuló el rumor de que había fondeado en la isla Puná un buque de
ese país con un ultimátum y amenaza de bombardeo de Guayaquil. El
gobierno de Quito había sido presionado para resolver el asunto por
medio de su representante en Washington. El comandante del crucero
Esmeralda fue invitado por el gobernador de Guayaquil para analizar
estos asuntos. Después señalar lo anteriormente resumido, le solicitó “que
para evitar que el pueblo fuese quemado, esperaba que yo interpusiese
mi influjo y el poder de nuestro buque para impedir tan graves males,
previniéndome que por cable se había impuesto a su ministro en Santiago
de lo sucedido para que se me diesen instrucciones...”. El comandante López contestó que “no
participaba de los temores del señor Gobernador y que si algo grave
había, el Gobierno de Chile tendría anticipado conocimiento.....y daría
oportunas instrucciones a su ministro en Quito...”.
Continúa diciendo el comandante: “...le
hice presente, a la vez, sobre lo inverosímil del proceder que se
atribuía al Gobierno de Estados Unidos en un asunto que sin duda tenía
muchas facilidades para ser arreglado amigablemente antes de ordenar que
se quemase a Guayaquil...”. El gobernador insistió en sus temores
dado que el gobierno ecuatoriano no estaba dispuesto a entregar al
prisionero estadounidense por un principio de autonomía. El comandante
contraargumentó diciendo que consideraba las amenazas estadounidenses “como un apremio para obtener lo que se pretendía, pareciéndome difícil que se llevase al terreno de los hechos”.
Otro
tema de análisis fue la preocupación del Gobernador porque la prensa de
Panamá se manifestaba favorable a la intervención estadounidense en el
istmo. López sugirió que la prensa local refutase tales opiniones lo que
ocurrió pocos días después. También le pidió la opinión para la defensa
de Guayaquil. El crucero, de acuerdo con el informe, continuó dicho
puerto ecuatoriano hasta apreciar que la amenaza no se cumplía. Zarpó
cuando el comandante apreció que la salida no podría ser interpretada
como que “procurábamos esquivar nuestros servicios a un pueblo de una
república amiga; así fue que nuestro alejamiento de la ría se vio con
pesar, pues aquella ciudad tenía cifradas esperanzas en el crucero para
que lo salvase en el caso que llegase el conflicto”.
Después
de elogiosos comentarios sobre la laboriosidad de Guayaquil y la buena
señalización marítima del litoral ecuatoriano, el comandante finaliza su
largo informe con estos comentarios: “habiendo tenido lugar nuestro
arribo a Panamá cuando la mayor parte de los acontecimientos se habían
desarrollado y encantando el istmo ocupado por fuerzas norteamericanas
con aquiescencia de las autoridades de Colombia, mi misión se simplificó
como puede verse en este pequeño trabajo que espero sea del agrado del
Supremo Gobierno, contando con la especial benevolencia de US.”.

El buque USS "Galena"(1880-1892), de la marina de guerra estadounidense.
COMENTARIOS FINALES
Al analizar las actividades del crucero Esmeralda
en aguas peruanas, colombianas y ecuatorianas entre abril y junio de
1885, pueden señalarse las contradicciones existentes en las fuentes
consultadas. El informe del comandante López en ninguna de sus páginas
señala haber desembarcado tropas en ciudad de Panamá. El buque chileno
actuó más bien por presencia, fundamentalmente porque las autoridades
colombianas nada le pidieron. Su actuación puede encuadrarse en lo que
se denomina presencia naval, es decir mostrar la bandera y el poder
naval para promover el interés nacional. En el caso de Panamá, la
interrupción de las comunicaciones a través del istmo, representaban una
seria amenaza para Chile y su comercio. En el caso de Ecuador, se
trataba de apoyar a un país amigo.
Sobre
los efectos de esta presencia naval comenta el comandante López que fue
muy positiva en los chilenos dispersos en los diferentes países
visitados e impresionante para los peruanos, que veían que Chile
mantenía, e incluso incrementaba, su poder naval habiendo finalizado
recientemente la Guerra del Pacífico y existiendo asuntos pendientes
derivados de ella. En Panamá, dice el informe:
...el
aplauso fue unánime; la prensa se ocupó muchas veces de nuestro buque,
llamando la atención sobre esta máquina de guerra, como la más poderosa y
rápida que en su clase se hallaba a flote. Los oficiales
norteamericanos de las estaciones navales de uno y otro océano, no
satisfechos con las repetidas vistas que se hacían para conocer el
buque, tomaban croquis y apuntes de sus más insignificantes detalles.
Si
el propósito de la comisión fue la presencia naval, puede decirse que
la cumplió. Si el fin era restablecer el orden en el istmo, no se logró
ya que era innecesario, porque a la llegada del crucero chileno, las
fuerzas estadounidenses y del gobierno federal colombiano ya lo habían
logrado. En Ecuador, la presencia puede haber moderado a las partes en
conflicto.
El
informe del comandante López, al no corroborar algunos aspectos
tratados en otros textos citados, hace dudar de la exactitud de lo
expuesto en ellos y señala la necesidad de acudir a las fuentes
directas. La continuación de la búsqueda de antecedentes en archivos,
memorias y otros diarios podría permitir ahondar en el tema.
Esta
investigación también ha permitido detectar lo incompleto que es el
archivo de la Armada. No hay antecedentes del año 1885 y el informe del
comandante López, pieza fundamental para esta monografía, debió ser
ubicado en el Archivo Nacional.
Para cerrar por el momento este asunto, diremos que en el trabajo de un historiador parece no haber nada definitivo.
NOTAS:
- En la sección “Movimiento del material de la Armada” en Revista de Marina. Tomo I, 1ª parte, julio 1885, p. 66 se señalan las fechas más importantes de esta comisión. Curiosamente en las Memorias de Marina de 1885 y 1886 nada se dice sobre ella. Solamente se informa, al igual que en las Revista de Marina de 1885 a 1886, que este buque se encuentra “de estación” en El Callao, donde incluso fue sometido a carena en el dique.
- López Lermanda, Juan Esteban. Mis recuerdos de la guerra del Pacífico de 1879, Imprenta Universitaria, Santiago de Chile, 1910, p. 92.
- Silva Palma, Alberto. Crónicas de la Marina Chilena , segunda ed., Talleres del Estado Mayor General, 1913. En este libro de narraciones misceláneas inserta un capítulo titulado “La Escuadra americana”. Dentro de él narra las actividades del crucero Esmeralda en Panamá, 235. También se refiere a la intervención del Blanco Encalada durante la guerra del Pacífico para oponerse al establecimiento de una base estadounidense en Chimbote, mientras Perú se encontraba ocupado por Chile en 1882.
- Benjamín Vicuña Mackenna, “El reparto del Pacífico. La posesión de la isla de Pascua”, en Revista de Marina, Nº1 / 1885, p. 85. Este mismo artículo fue reproducido cien años después, en Nº 3/1995 p. 291.
- Sater, William F. Chile and the United States. Empires in Conflict. The University of Georgia Press. Athens, Georgia, USA, 1990. El tema que nos ocupa es analizado en el capítulo “Chile confronta a Estados Unidos 1884–1891”, pp.51–68.
- Sater, op.cit, p. 53.
- Meneses Ciuffardi, Emilio. “El factor naval en las relaciones entre Chile y Estados Unidos”, Hachette, Santiago, 1989.
- Meneses Ciuffardi, Emilio, Memoria de Relaciones Exteriores 1885, pp.117–178.
- Barros van Buren, Mario, Historia diplomática de Chile, 1541–1938, Ediciones Ariel, Barcelona, 1970.
- Reussner André y Nicolas L., “La Puissance Navale dans L’Histoire”, Editions Maritimes et d’outremer, París, 1963.
- Reussner André y Nicolas L., “Movimiento del material de la Armada”, en Revista de Marina, julio, 1885, p. 66.
- Meneses, op. cit., p. 66.
- Fuenzalida Bade, Rodrigo, La Armada de Chile. Desde la alborada al sesquicentenario , Imprenta de la Armada, 1975. En este libro el autor no se extiende demasiado en los hechos como en Marinos ilustres y destacados del pasado, Sipimex, 1985, p. 112, donde su versión difiere de las anteriormente citadas sin señalar en un movimiento revolucionario sus fuentes.
- Archivo Nacional, Fondo Ministerio de Marina, 1885. “Informe del capitán de Navío Juan Esteban López Lermanda”, fechado en Callao, 9 de junio de 1885, 44 pp., inédito.
Comentarios recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo:
ResponderEliminarUnknown26 de agosto de 2015, 18:14
Muy buen artículo, bien escrito, de fácil lectura. Un agrado leerlo y te agradezco el aporte.
Mis felicitaciones y ojalá sigas escribiendo e investigando para seguir mostrándonos cosas interesantes que muchos al igual que yo desconocemos de nuestra historia.
Un abrazo y mucho exito en los próximos temas que abordes.
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Unknown14 de marzo de 2016, 16:33
A peasr de que jamas habia oido de este buque chileno y mucho menos su participacion fuera de nuestras aguas territoriales.
Me llamo mucho la atencion la amenaza que este buque rusulto ser para otras potencias y lo mejor que gracias a lo anterior se pudo lograr el orden y salvar muchas vidas que al final desde mi punto de vista era la finalidad del envio del mismo.
fue un buen aporte te saluda
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