Ilustración de la "Batalla de Maipú" del
francés Theodore Géricault, c. 1820. A espaldas de San Martín y O'Higgins
(centro), se observa el cerro donde se establecieron Primo de Rivera y sus
hombres para aquel combate y que hoy lleva su apellido. Fuente imagen: Flickr
"Santiago Nostálgico" de Pedro Encina.
Coordenadas: 33°29'40.9"S 70°45'19.0"W
Fuera del radio central de la ciudad de Santiago, uno de
los cerros islas más importantes en el plano urbano del Valle del Mapocho es el
Cerro Primo de Rivera, convertido en singular y atractivo parque desde los años
ochenta, además de se constituirse como otro de los elementos conmemorativos de
la lucha por la Independencia de Chile en la histórica comuna de Maipú.
El cerro se sitúa en el Paradero 15 de la avenida
Pajaritos, pasado el cruce de Ramón Freire con la Autopista del Sol, entre la
calles Cecilia y Anunciación, a escasa distancia de la Estación Metro Santiago
Bueras. Con unos 90 metros de largo, es considerado el límite Norte del Centro Histórico de Maipú, además,
ubicado a unos 12 kilómetros del corazón de Santiago.
Antaño, este cerrillo lucía como un peñón de escasa
seguridad y con senderos casi ruinosos, poco visibles, de escaso atractivo para
el público, aunque siempre se tuvo la noción de la importancia que había tenido
en las luchas independentistas y particularmente en la Batalla de Maipú. Fue en
los ochenta del siglo pasado, recién, cuando comenzó su rescate y la
recuperación de esta loma para la comunidad maipucina.
Sucede que el cerro había sido una posición estratégica y,
por esta razón, el Coronel del Ejército de España, don Joaquín Primo de Rivera y
Ortiz de Pinedo, estableció en él el puesto de mando y al primer cuerpo de las
fuerzas realistas, para cuando tuvo ocasión y lugar la decisiva Batalla de Maipú
del 5 de abril de 1818. La vista que se lograba desde él sobre los Llanos del
Maipo justificaba sobradamente la elección de esta posición, considerando
también las desventajas en que se encontraban los realistas, carentes de reserva
y con una artillería menor que la de los patriotas.
Nacido en 1786, el Coronel Primo de Rivera fue
ancestro de los titulares del Marquesado de Estrella, concedido por Alfonso XII
en 1877 en la misma familia de la que descendieron el militar Miguel Primo de
Rivera y su hijo el célebre falangista José Antonio Primo de Rivera. Resaltó
siempre por sus virtudes militares, su enorme valor y arrogancia, y por la gran
cantidad de reconocimientos que recibió en su corta vida, llegando a ser Jefe de Estado
Mayor de la segunda expedición de Mariano Osorio a Chile, en 1817, cuando tenía
poco más de 30 años de edad. Tuvo una participación destacada en Cancha Rayada,
además, la que casi condena al fracaso toda la cruzada independentista tras una impericia
del General José de San Martín.





Cuando las fuerzas realistas se prepararon para hacer
frente a los patriotas en Maipú, entonces, en horas de la madrugada del mismo día, Primo
de Rivera ubicó sus fuerzas militares en este sitio al
Noroeste del que iba a ser el núcleo del campo de batalla, en el entonces
denominado
Cerrillo de Errázuriz y que llamaron también Cerrillo
Redondo, nombre que parece haber mantenido hasta mediados del siglo XIX.
Estaba allí al mando de las Compañías de Cazadores y
Granaderos, reforzados por cuatro piezas de artillería. La parte baja,
correspondiente al llano adyacente de unos 300 metros, quedó resguardada por
el Regimiento Dragones de la Frontera, también bajo su mando. En el sector
central, en cambio, estaban los dos batallones del Coronel Lorenzo Morla y a la
derecha los dos del Coronel Antonio Ordóñez. 12 cañones distribuidos al frente y
a ambos lados cerraban la línea de la artillería.
Cuando los ejércitos patriotas comandados por San Martín
tomaron posiciones, lo hicieron por el sector de Los Cerrillos, buscando cerrar el camino hacia
Valparaíso en caso de un escape. Al centro ubicaron la Artillería de los Andes con refuerzos de
la reserva, en total tres batallones al mando del Coronel Hilarión Quintana. A la
izquierda iban tres batallones del Coronel Rudesindo Alvarado, mientras que tres
batallones del Coronel Juan Gregorio Las Heras iban a la derecha, ambos apoyados
por la Brigada de Artillería del Mayor Juan Manuel Borgoño y del Teniente
Coronel Manuel Blanco Encalada, respectivamente. Ocho escuadrones de Granaderos
a Caballo y Cazadores se distribuyeron en las alas, a la derecha los primeros y
a la izquierda los segundos.
A pesar de los preparativos, la primera etapa de enfrentamientos fue tibia, reducida a
un inútil intercambio de artillería de una media hora, pues San Martín no quería
tomar la iniciativa de bajar hasta el lugar de la hondonada que los separaba del
enemigo y exponerse al mismo. Así, a pesar de tener la ventaja en número de caballería,
con
la reserva de la que carecían los realistas y las 21 piezas de artillería, el mando
patriota tardó en decidir el necesario avance.
Por fin, se dio la orden de partir al choque y la división de Las Heras logró aislar el ala
izquierda del resto del ejército español, por lo que las fuerzas de Primo de
Rivera quedaron cercadas y expuestas al adversario. La división de Alvarado, en cambio,
fracasó en el intento y fue repelida por un contraataque del Coronel Ordóñez, el que
provocó varias bajas y que habría tenido peores resultados de no intervenir la
Brigada de Artillería y los Cazadores.





Siguiendo las órdenes de Osorio y viendo que la audacia de
Las Heras les arrebataba la posibilidad de triunfo, Primo de Rivera envió a los
Granaderos a defender la zona central de su línea de fuerzas, por donde se
concentraba el ataque patriota, para proceder a la
reunión de sus tropas en un nuevo intento: la suya a la izquierda, la de Morla al centro y la
de Ordoñez a la derecha, este último quedando al mando general cuando Osorio
salió escapando hacia Valparaíso. Las piezas de artillerías fueron abandonadas
en el cerro con esta acción, cayendo en manos de los patriotas cuando lo tomaron.
Empero, la caballería hispana acabó dispersa al entrar la reserva
patriota. Los cañones de Borgoño parecen decidir la contienda y, tras una media
hora de valerosa resistencia, los realistas no pudieron sostener por más tiempo
semejante exigencia de energías e intentaron el repliegue hacia el caserío de
Lo Espejo, buscando atrincherarse y reorganizarse allá en la aldea, siendo perseguidos por
los patriotas y, en el caso de los hombres de Primo de Rivera, perdiendo cerca
de un
tercio de sus Granaderos en el camino.
El Batallón Cazadores de Coquimbo intentó someter a los
atrincherados en Lo Espejo con un fuerte ataque contra la aldea, pero fueron
repelidos por descargas de fusiles y un par de cañones que aún conservaban,
produciendo muchas bajas patriotas, lo que obligó a la retirada y a
un cambio de estrategia de San Martín, que ordenó un ataque con artillería, que resultó devastador
y eficaz.
Ya sin posibilidades de defender más la posición, Ordóñez y
Primo de Rivera se rindieron a los patriotas, marcando el final de aquella
histórica jornada de lucha, en horas de la tarde. Con ellos fueron apresados
también varios coroneles, tenientes coroneles, oficiales subalternos y
soldados. La mayoría de ellos, incluido Primo de Rivera, fueron conducidos a
Santiago y luego a los campos de detenidos de San Luis de La Punta, en Cuyo,
Argentina.
Inicialmente,
los prisioneros de guerra fueron bien
tratados, y Primo de Rivera incluso agradecía a San Martín esta
consideración,
por oficio del 24 de septiembre de 1818. Sin embargo, el siniestro
agente lautarino Bernardo de Monteagudo, el gran ajedrecista detrás de
los aspectos más
oscuros y conspirativos de la cruzada independentista, llegó a San Luis a
inicios de noviembre, exigiendo restringir las libertades de los
prisioneros y
cometiendo abusos que estimularon la rebeldía de los mismos y un intento
de
amotinamiento el 7 de febrero de 1819, dirigido por el Capitán Gregorio
Carretero
y con supuesta complicidad de las montoneras del
General José Miguel Carrera,
según aprovecharon de señalar los acusadores.




El intento de levantamiento fue aplastado por las milicias
de José Antonio Becerra. Acabaron derrotados, por esta razón, Ordóñez, Primo de
Rivera, Morgado y Morla, entre otros. La venganza de los cuyanos fue implacable y, sabiendo cuál
iba a ser su suerte, el Coronel Primo de Rivera se encerró en un
cuarto vecino al del Teniente Gobernador Vicente Dupuy, en donde se ejecutaban
los otros alzados, suicidándose con un tiro de carabina en la cabeza.
Muchos aspectos de aquel episodio histórico nunca han quedado claros, y España
acusó directamente a las autoridades cuyanas de haber fraguado un plan para
justificar las ejecuciones de los hispanos detenidos, bajo la excusa de la "ley
de fugas". Nada inesperado de un personaje tan pérfido y deplorable como
Monteagudo, sin duda.
El cerrillo de Maipú, en tanto, quedó como testimonio de la valentía y
de la desgracia de Primo de Rivera en la Guerra de Independencia. Era una loma
con pequeños bosques esclerófilos enverdeciendo contornos y laderas, aunque
lejos de la abundancia vegetal de nuestros días. Fue llamado también Cerro
Los Pajaritos en el siglo XIX, por su relación con el camino y la hacienda
del mismo nombre; y, más tarde, ya en la segunda mitad del siglo XX, como el
Cerro 15, por estar en aquel paradero de la misma avenida. Los
vecinos antiguos de Maipú coincidían en decir, sin embargo, que parte
del terreno original y su ornamentación se perdió, como por ejemplo lo
que había de él hacia la calle Primo de Rivera (alguna vez colindante),
en donde se construyeron villas, y su continuidad hacia el Norte hoy
abruptamente cortada por las autopistas.
Destacaba este cerro por el sector en donde estaba el
también histórico Fundo Los Pajaritos, de la familia Vial Carvallo y en la
avenida del mismo nombre, de gran importancia para la agricultura central. Todavía
sobreviven algunas propiedades recordando el pasado rural y agrícola que
prevaleció en el paisaje de estos transformadísimos lugares de la capital
chilena, en los bordes del Zanjón de la Aguada. Esos grandes cambios
urbanísticos comenzarán en los cuarenta, como consecuencia de las políticas de
desarrollo impulsadas por la CORFO y de la absorción de las comunas que antes
pertenecían a las áreas residenciales suburbanas de la capital.
El 5 de abril de 1984, en el aniversario de la Batalla de
Maipú, el entonces alcalde de la comuna, don Gonzalo Pérez Llona, inauguró en el
cerro un gran parque urbano, acto que contó con la bendición del entonces
llamado Parque Municipal Los Pajaritos y de la Plaza Ceremonial Coronel Primo de
Rivera, en el mismo lugar. Pérez Llona era agricultor y hombre de mucho interés por las tradiciones
históricas chilenas, por cierto, figurando como uno de los principales
fundadores de la Federación del Rodeo Chileno y de la Federación
de Criadores de Caballos Chilenos.
Llevando así el nombre del aguerrido y sacrificado Coronel
Primo de Rivera, entonces, contaba desde aquel momento con los senderos
entre sus áreas verdes y arboledas, además de algunos implementos necesarios
para hacer más grato el paseo por sus rincones.




En 1991, por Decreto Supremo N° 66 del 22 de febrero de ese
año, el Cerro Primo de Rivera fue declarado Monumento Histórico Nacional, título
que luce con orgullo en carteles y el monolito que presenta al público visitante
el nombre de este parque. La declaratoria se hizo considerando "que el Cerro
Primo de Rivera o Los Pajaritos, está vinculado a la Batalla de Maipú, lo que
amerita su preservación, ya que constituye un testimonio histórico relevante de
nuestro patrimonio histórico". La solicitud había sido formulada por el Club
de Leones de Maipú, por oficio N° 7 del 16 de mayo de 1990, y por carta del
Presidente de la Filial Maipú de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía,
del 14 de junio de ese mismo año.
También hubo una remodelación posterior del lugar, entre
los años 1996 y 1997, que lo mejoró con el aspecto que más o menos conserva
ahora, dignificándolo para su característica de Monumento Histórico Nacional y
lugar de atractivo turístico.
Pocos años después, el 9 de septiembre de 2000, el alcalde
Herman Silva Sanhueza inauguró en una de las partes más altas del mismo un
monumento religioso, consistente en una gran cruz, un altar para el oficio
sacramental (con
la frase "Cristo ayer, hoy y siempre"), un sólido ambón (con la
inscripción "Y el verbo se hizo carne") y una explanada para el público,
además de iluminaciones propias. Esto provocó alguna controversia, pues se
señaló que el alcalde demócratacristiano estaba priorizando su fe por sobre el
carácter histórico y de esparcimiento que tenía este sitio.
A mayor abundamiento, la cruz del
monumento bendecida en aquella ocasión, está hecha en estilo modernista y con
factura metálica; mide 16 metros de altura y muestra en sus caladuras la imagen
de Cristo en el calvario, de 8 metros. Es obra del escultor Luis Arturo Hevia
Salazar, uno de sus grandes orgullos además, y esta junto a una caseta de vigilancia y control
en el sector. Su cara posterior
está alineada con la vista hacia el Templo Votivo de Maipú, dos kilómetros al Surponiente.
En este pequeño santuario se realiza la Misa del Gallo del 24 de diciembre.
Por un nuevo decreto, el N° 515 del 22 de diciembre de
2014, se modificaron los límites del área protegida del cerro, incluyendo
expresamente un sector al Norponiente que no estaba en la declaratoria de
Monumento Histórico Nacional. De este modo, se sustituyó esa indicación por el
texto: "limitando al Norte por el cierro del predio, al sur del canal Zanjón de
la Aguada, al Sur con la línea de solera norte de la calle Anunciación; al
Oriente con la línea de solera de la calle Cecilia y a Poniente con la línea de
solera de la Avenida Los Pajaritos". Con la modificación, el área
protegida del Cerro Primo de Rivera alcanza aproximadamente los 50.497,31 metros
cuadrados, dentro del rango señalado.




Aún quedan en el cerro representantes de la flora esclerófila, como
litres, boldos y quillayes, además de ejemplares de espino y tebo creciendo
sobre jardines de césped, chépica, triguillo y hierba de perdiz. Las aves que
visitan el lugar continúan recordando al visitante por qué la avenida adyacente
se llamaba desde hace siglos como el Camino de los Pajaritos. Una gruta con
la Virgen del Carmen está en la ladera junto al ingreso y las escaleras de
ascenso, y un gran mural artístico con una síntesis de personajes y episodios de
la Independencia de Chile, colorea las murallas del cambio de nivel en el sector
de calle Anunciación.
Permaneciendo abierto desde la mañana muy temprano hasta el
anochecer, el lugar ha sido espacio de algunas actividades deportivas y fiestas
particulares, como matrimonios. Durante la actual alcaldía de Cathy Barriga, sin
embargo, el cerro ha sido incorporado a actividades ciudadanas más masivas y
celebraciones que le han dado una nueva vida y atractivo, aunque muy acordes al
conocido estilo de la alcaldesa, en ciertos casos.
Algunas voces han reclamado por haberse destinado este Monumento
Histórico Nacional a actividades recreativas como el festival "Maipeluza" de
Fiestas Patrias, incluso sin consulta al organismo según se denunció por parte
de agrupaciones vecinales y al menos tres concejales. Incluso, una sociedad mapuche
salió al baile denunciando la situación (Tripay Antü), alegando
por los
daños que provocarían estos encuentros y espectáculos. Empero, como
ciertas agrupaciones indígenas realizan sin problema en el cerro sus
celebraciones del Wiñol
Tripantü (Año Nuevo mapuche) de junio de cada año, entre algunos vecinos de la comuna se estimaron estas protestas como una
mezquindad de parte de la misma, pretendiendo impedir en él
celebraciones que no fueran las reservadas sólo para sí.
Más
allá de las pasiones y la política es innegable, sin
embargo, que el encuentro dieciochero iniciado en 2017 contó con la
autorización del Consejo
de Monumentos Nacionales, por un lado; y por otro, tanto el atractivo
del ahora Parque Intercomunal Cerro Primo de Rivera como su
infraestructura han mejorado
notablemente en el último par de años y tras algunos períodos deterioro,
como sucedió con la inauguración de una
entrada universal al mismo el 3 de septiembre de 2018, que facilita el
acceso a
personas discapacitadas y de la tercera edad.
El cerro también cuenta con máquinas de
ejercicios, senderos para trote y bicicleta, juegos para niños, mesas de
ping-pong, baños, carros de comercio y elementos para la recreación general, y
una terraza en lo alto donde se realizan algunas de sus celebraciones, además de
lucir las astas de las banderas que conmemoran su calidad de sitio histórico.
Por todo lo anterior, un cerro que era escasamente conocido
fuera de los habitantes de Maipú, ha ido cobrando interés en el resto de los
santiaguinos como estupendo lugar de esparcimiento, eventos y conmemoración
popular.
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