Hay historias de aventureros y hombres de mundo que han dejado improntas
especialmente singulares en la historia de Chile, como la asombrosa
semblanza del ruso Alejo Serbakov (originalmente, apellido Scherbakoff),
llegado a nuestro país tras haber sido un prófugo y luego exiliado por sus
audacias revolucionarias, ahora buscando la redención como destacado
profesional de la medicina... Sería acá, en una Guerra de 1879, donde la
vida le dio la absolución y una última gran época a su corta pero valiosa
existencia.
Aunque ha sido mencionado fugazmente ya por autores como Volodia Teitelboim
en "Hombre y hombre", se trata de una figura que ha comenzado a ser
redescubierta en tiempos más bien recientes, como en el trabajo "Rusos en
Chile" de Evelyn Erlij. En la literatura más clásica, en cambio, hay reseñas
sobre Sherbakov un tanto veloces y poco detalladas, algunas en nóminas o
testimonios de la Guerra del Pacífico, pero tan modestas que no las citaré.
Lo poco que hay disponible en internet, en tanto, en algunos casos está
recopilado con ambigüedades y vacíos importantes. Por esta razón, la mayoría
de los datos que he conseguido sobre este olvidado personaje de nuestra
historia, la he tomado principalmente de un artículo en particular,
publicado en el sitio web Radio La Voz de Rusia, con el título "Don Alejo
Sherbakov" (25 de enero de 2013). La otra parte, me la ha proporcionado
generosamente Marcelo Villalba, director del Museo de la Guerra del Pacífico
"Domingo de Toro Herrera", investigador de la biografía del mismo personaje.
Alexei Iakovlevich Sherbakov, apellido presentado a veces también como
Scherbakov, Stcherbakoff, Scherbakoff o Sherbakoff, nació en el seno de la
familia cosaca de Vetlianka, en Astrakhán. Su padre fue un destacado militar
llamado Yakov Sherbakov, comandante del ejército cosaco y quien es recordado
en el museo etnográfico de una escuela local de Astrakhán como ciudadano
destacado de la localidad. La exposición ha agregado, después, un espacio
para su hijo que viajó y murió en nuestro país.
El futuro héroe de la Armada de Chile había entrado muy joven a la Facultad
de Medicina de la Universidad Estatal de Kazán, Rusia, reputada institución
fundada por Alejandro I. Su ingreso a la vida universitaria se produce en
momentos en que comenzaba una gran agitación anarquista y revolucionaria
contra el Zar Alejandro II, como el levantamiento polaco de enero de 1863,
las revueltas acráticas y los intentos de asesinatos que, finalmente,
consiguieron arrebatarle la vida después de cinco o seis ataques. El
reformismo del Zar y sus importantes medidas como la potenciación de las
autonomías o la abolición de las servidumbres de los campos, no fueron
suficiente para calmar a los sectores más radicalizados y revolucionarios en
su contra.
Contagiado de este clima anarquista y nihilista, Sherbakov se reclutó en las
filas de los subversivos y, ese mismo año, participó del llamado Complot de
Kazán, un fallido intento por levantar violentamente a la población de
Povolzhie, en la región del río Volga, especialmente a los campesinos, pues
las clases obreras rusas todavía estaban en definición y formación por esos
años. Pero las frustradas sublevaciones fueron aplastadas, los revoltosos
acabaron apresados y luego llevados a los tribunales, entre ellos Sherbakov
y su hermano menor Boris.
La autoridad rusa, que ya entonces aplicaba la ley marcial en Lituania y
estaba decidida a desbaratar a los conspiradores, fue implacable con los
rebeldes. El estudiante de medicina acabó condenado a 10 años de trabajos
forzados, siendo encerrado en una prisión local.
Sin embargo, Sherbakov logró fugarse y huyó a Suiza, donde obtuvo asilo
político, procurando hacer allá una nueva vida y dejar atrás sus tormentos.
Parte de esta aventura de escapes la relató el propio protagonista para un
pasquín revolucionario ruso que era editado y publicado en Londres por el
famoso periodista Aleksandr Herzen, titulado "Campana". Lamentablemente para
él, sin embargo, su hermano siguió en prisión en un campo de Siberia.
Libre otra vez, entró a terminar sus estudios de medicina en Berna. El
artículo de Radio La Voz de Rusia señala que, en este período, se ganó la
vida traduciendo artículos literarios y científicos para periódicos y
revistas, participando también en una revista de emigrantes revolucionarios
rusos de Ginebra, titulada "Causa popular". De seguro fueron días difíciles
para el aventurero, pero pudo completar su carrera, realizando su práctica
en Heidelberg y en París, en Alemania y Francia, respectivamente.
Fue en este tránsito que se le ofreció un contrato del Gobierno de Chile
hacia 1875, con la intención de que ejerciera el servicio médico para la
Armada durante cinco años. Era la época en que las autoridades buscaban
sabios y profesionales en Europa para modernizar y actualizar algunas
disciplinas en Chile, y parece que el prestigio y desempeño que en pocos
años había reunido Sherbakov, además de alguna recomendación, lo pusieron
también en el interés de estos cazadores de talentos.
Tras aceptar la propuesta, estuvo destinado al blindado "Blanco Encalada".
Algunas versiones dicen que habría alcanzado a pasar también por la corbeta
"Esmeralda", antes de la epopeya de Iquique. Lo cierto es que sus camaradas
chilenos no lo conocieron en su momento como Alexéi Sherbakov, sino que
prefirieron llamarlo cariñosamente Alejo Sherbakov, y a veces también Alexis
Scherbakoff, pero él prefería usar Alejo por nombre.

Fragata blindada "Blanco Encalada", donde Sherbakov fue el Cirujano 1°.

Actualización: Documento manuscrito del Museo Nacional de Medicina de la
Universidad de Chile, con la rúbrica de Shervacov (firmaba Scherbakoff).
Gentileza del área de investigaciones del Museo de la Guerra del Pacífico
"Domingo de Toro Herrera", que realiza su propio proyecto de rescate de la
memoria histórica del médico ruso y sus servicios por Chile.
El ruso hizo una gran amistad con el comandante del "Blanco Encalada", el
Capitán de Navío Juan Esteban López Lermanda. A su vez, López ya tenía
conocimiento de la idiosincrasia rusa, luego de haber rescatado a varios
marineros de este origen en el cuasi naufragio de la goleta "Tongús" durante
una tormenta de 1871, cuando el marino estaba al mando de la corbeta
"O'Higgins". En una heroica hazaña, había logrado arrastrar al navío ruso en
ascuas hasta Valparaíso, por lo que el Zar Alejandro II le había otorgado a
López la alta condecoración del Imperio Ruso conocida como la Medalla de la
Orden de San Estanislao, con el grado de Comendador. La tripulación de la
"O'Higgins" también recibió un reconocimiento para cada uno de los hombres,
de parte del Zar.
La confianza entre ambos hombres era tal que, un día de aquellos, Sherbakov
se atrevió a pedirle a López interceder ante el Zar para que amnistiara a su
hermano menor, todavía preso en Rusia por sus actividades revolucionarias.
El capitán chileno accedió a la petición, al ser convencido por el médico
del valor de su condecoración, y así escribió una sentida carta al soberano
que, según el ya comentado artículo de Radio La Voz de Rusia, decía:
Me arrojo a los pies de Vuestra Majestad Imperial. En 1871 salvé a
ochenta y seis personas que estaban a bordo de la cañonera rusa que
naufragó en las costas de Chile. Le ruego salve el alma perdida de
Vuestro compatriota Boris Yákovlevich Sherbakov, oriundo de Ástrajan,
que se encuentra en trabajos forzados en una mina siberiana…
Sintiéndose aún en deuda con el héroe naval chileno -que sólo entonces tuvo
una noción de la importancia de la condecoración que había recibido-,
Alejandro II accedió a la solicitud y liberó al descarriado Boris, dándole
una nueva oportunidad de reencuentro con la vida. Un tiempo después, el
beneficiado hizo llegar una carta con genuinos agradecimientos al capitán.
Siendo tripulante del "Blanco Encalada", a Sherbakov lo sorprenderá el
estallido de la Guerra del Pacífico en 1879, justo en los últimos meses de
vigencia que le quedaban al contrato de servicios para la Armada de Chile.
Sin embargo, a la sazón las lealtades y sus compromisos estaban más allá de
las firmas de acuerdos, y optó por renunciar a volver a la vida civil y
asumir su rol de cirujano de campaña.
De esta manera, como Cirujano 1° del navío, estuvo presente en célebres e
históricas hazañas como la captura del "Huáscar" en Angamos, la toma de la
cañonera "Pilcomayo" y la de una lancha torpedera rebautizada "Guacolda".
Sus sangre fría quedó a prueba allí en esas desafiantes condiciones, curando
heridas graves, deteniendo hemorragias y amputando miembros destruidos, de
lo que hay algunas notas informativas extendidas en pleno conflicto y
confirmándolo.
En 1881, sin descuidar sus funciones de médico naval, accedió al doctorado
en la Universidad de Santiago, presentando su tesis titulada "Estudios sobre
la cura de las heridas de bala", publicada como el libro "Estudios sobre las
heridas a bala" por la Imprenta Nacional de Santiago, que reunía su
experiencia médica en la guerra.
Ese mismo año, ya contaba con el permiso para retirarse y regresar a Europa,
pues se creía ingenuamente que la guerra se aproximaba a su fin después de
la caída de Lima. Había un ánimo y una nostalgia personal por retornar a
Rusia, después de tantos años. Sin embargo, enfrentado a otra de las más
difíciles disyuntivas de su vida, decidió quedarse cuando el Gobierno de
Chile le ofreció su merecido ascenso, llegando a ser, así, el Cirujano Jefe
de la Escuadra chilena en 1883. Concluida la guerra, se le había distinguido
con cinco reconocimientos al mérito.
Infelizmente, cuando parecía que la vida del prestigioso médico estaba
totalmente resuelta y llena de proyecciones al futuro, Alejo Sherbakov
falleció inesperadamente en en el año de 1885, fulminado por un ataque
cardíaco a sus prematuros 43 años de edad.
Su partida fue de hondo pesar para sus camaradas y amigos. Fue despedido con
honores militares durante sus funerales y sepultura, en Valparaíso,
publicándose dolorosas notas de duelo en periódicos de la época. El hombre
que tantas vidas había salvado durante la guerra, había perdido tan trágica
y súbitamente la suya.
Partía a la gloria eterna uno de los personajes con las biografías más
curiosas, interesantes y aventureras que se han bordado en los terciopelos
de nuestra historia militar, institucional y médica del siglo XIX y de la
presencia de los inmigrantes rusos en Chile.
Comentario recuperado desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:
ResponderEliminarEduardo Troncoso28 de noviembre de 2018, 14:20
Esta historia la contaba con mucha gracia mi Padre, y para nosotros era difícil saber cuánto había de mito y de realidad. Agradezco el aporte que confirma la erudición de nuestro querido Padre.
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