El siguiente es un artículo originalmente fue publicado por el
investigador Juan Bragassi Hurtado en la "Revista Centenario" el 25
de septiembre de 2007.
Hacia 1900, se aprecia un creciente cuestionamiento de los conceptos
tradicionales, que orientaron y modelaron el funcionamiento interno
de nuestro país.
Ello fue encabezado por un movimiento generacional, que reaccionó
frente a los paradigmas oficiales afrancesados, adoptados con mayor
o menor énfasis, por las variadas administraciones, que siguieron al
período de la independencia nacional.
Dichos modelos, eran percibidos como artificiales y ajenos a nuestra
realidad; así también, inútiles como solución a las necesidades de
nuestro pueblo. Esto motivó en ellos, la búsqueda de los elementos
que conforman nuestra identidad colectiva, explorando paralelamente,
en la obra de personalidades, que demostraron un similar interés en
décadas anteriores. Algunos de ellos fueron: Diego Barros Arana,
José Victorino Lastarria, José Joaquín Vallejos (Jotabeche),
Juan Francisco González, Benjamín Vicuña Mackenna y Nicolás
Palacios.
Es así que hacia 1910, lo nacional adquiere una particular
importancia, siendo encabezada dicha inquietud, por lo que hoy se
conoce como: La Generación Centenario o de Mil Novecientos
Diez. Sin embargo, ello no se limitó a un interés nostálgico del
pasado histórico o la representación de escenarios campestres y el
registro de escenas costumbristas, sino que ello también se
extendió, a su propio contexto y a las variadas manifestaciones del
quehacer humano, contribuyendo con su influencia, al desarrollo de
la economía, la política, la cultura y la sociedad nacional por
varias décadas más.
En lo cultural, punto importante pero bastante desconocido, fue la
creación de la “Sociedad Folclórica de Chile”. Dicha agrupación, fue
creada en la ciudad de Santiago, el 18 de julio de 1909.
La importancia de esta agrupación, radica en ser la primera entidad
formal, que se dedicó oficialmente, a la labor del rescate, estudio
y promoción de nuestras tradiciones. Ella fue integrada por
destacadas personalidades, que pese a estar ideológicamente
distantes, trabajaron al alero de un mismo interés.
La Sociedad Folclórica de Chile, fue presidida por don Rodolfo Lena
y tuvo como integrantes a don Benjamín Vicuña Mackenna -quien fue su
primer director-, don Antonio Orrego Luco y don Ricardo Latcham.
Ellos siguieron la proposición investigativa del inglés William
Thons, quien distinguió dos manifestaciones del folclor: las
materiales y las inmateriales.
Dicho sistema básico de clasificación, fue utilizado en la labor de
búsqueda, recolección, atesoramiento, estudio y promoción de las
distintas manifestaciones de la cultura nacional. De esta entidad, y
pese a los esfuerzos desplegados, no hemos podido obtener mayores
antecedentes referidos a su trayectoria.
Sin embargo, algunos estudios que hacen referencia sobre esta
agrupación, coinciden en destacar su labor dentro de lo que le
correspondió al registro, de las variadas manifestaciones de la
cueca chilena. Antecedentes que fueron sumados a otros estudios, que
a fines de los años 70's, hicieron que la cueca fuese reconocida
oficialmente, como nuestro baile nacional.
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