BREVE ESTUDIO SOBRE LA HISTORIA Y EL SENTIDO ORIGINAL DEL LEMA DEL ESCUDO PATRIO CHILENO

 

 “El hombre no vive como las bestias salvajes, en un mundo de cosas meramente físicas, sino en un mundo de signos y símbolos” (Pitigrilli, escritor italiano)

“…¿y vosotros con poder permanecéis en la apatía de los esclavos para ser el ludibrio de las naciones, y el oprobio de nuestra descendencia?" (General José Miguel Carrera)

Esta es la versión extendida de un informe que hice llegar a  los parlamentarios involucrados en el caso y a título personal, con fecha del miércoles 26 de agosto de 2009. Se titulaba "BREVE ESTUDIO SOBRE LA HISTORIA Y EL SENTIDO ORIGINAL DEL LEMA DEL ESCUDO PATRIO CHILENO, CON RELACIÓN A LOS ARGUMENTOS GENERALES OFRECIDOS PARA SU MODIFICACIÓN". Fue destinado a los miembros de la Comisión de Defensa del Senado de la República de Chile quienes, en estos momentos, se encontraban estudiando y deliberando sobre un proyecto para modificar el lema o divisa del Escudo Nacional de Chile.

Aclaro que el tema de los escudos nacionales y su desarrollo histórico no me fue ajeno, ni por profesión ni por afición, por lo que quise tratar de contribuir a la discusión con este pequeño aporte.

Contextualizando, la Comisión de Defensa del Senado de la República de Chile había iniciado un proceso de discusión sobre el proyecto que buscaba cambiar el lema de nuestro escudo patrio, “Por la razón o la fuerza”, desplazándolo por la frase “Por la fuerza de la razón”. El origen de tal propuesta se encontraba en una moción presentada por el entonces senador Nelson Ávila Contreras, durante el mes de julio de 2005. Según lo anunciado, iba a incluir exposiciones de artistas, historiadores, escritores y otras figuras de la intelectualidad nacional que, como es esperable, están predispuestos casi gremialmente a apoyar semejante modificación, por argumentos generalmente viscerales y cargados de prejuicios e ideología, bastante reiterados en instancias de comunicación de masas en ciertos casos.

Desde la condición de ciudadano chileno y votante, entonces, quise hacer llegar a los honorables senadores de la República miembros de la mencionada Comisión de Defensa, este modesto estudio sobre la historia y los contenidos del lema del escudo patrio chileno, valiéndome de la combinación de conocimientos y experiencias como diseñador gráfico (aún en ejercicio en aquel entonces) e investigador histórico de cultura urbana, disciplinas que encuentran un punto de complemento en este tema precisamente, para mi gusto.

Expondremos y evaluaremos de modo general acá, además, el grueso de los argumentos que se esgrimen en torno a la propuesta de modificar el lema del escudo y su ajuste con los hechos y los contenidos comunicacionales que se han señalado en ellos. Me permití esta libertad, entonces, sin otro objetivo que procurar un aporte al debate que llevarían adelante, esperando sinceramente poder cumplir con este propósito.

Desde el principio hubo ciertas libertades en la presentación del escudo nacional: la “Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Hacienda presenta al Congreso Nacional”, de 1835 (al año siguiente de aprobado el emblema) muestra este sencillo heraldo sin el lema pero en donde, además, el huemul ya tiene cierto aspecto equino y el cóndor semeja un ave cazadora (Fuente imagen: gentileza del investigador histórico Marcelo Villalba).

Etapas primitivas en la evolución del actual escudo: esta versión también está hecha con mucha libertad artística, pero ya ofrece en la base un listón o cinta con el nombre de la “República de Chile”, allí donde se incluirá después el lema “Por la razón o la fuerza”. Pertenece a la “Memoria que el ministro del despacho en el Departamento de Hacienda presenta al Congreso Nacional”, de 1839 (Fuente imagen: gentileza del investigador histórico Marcelo Villalba).

Este es otro caso en donde aparece un listón o cinta en el escudo, en sus antiguas representaciones oficiales. También lleva el nombre de la “República de Chile”. Publicado en la “Exposición que el Jeneral D. Manuel Bulnes dirije a la Nacion Chilena” (1851). Con la libertad que existía en aquellos años, el artista puso algo parecido a un camélido y un águila en lugar del huemul y el cóndor, respectivamente (Fuente imagen: gentileza del investigador histórico Marcelo Villalba).

Escudo que aparece en el tratado “Réjimen, disciplina, subordinación y servicio de los Ejércitos de la República”, publicado en 1872, en plena tensión de las relaciones fronterizas entre Chile y Bolivia antes de la Guerra del Pacífico. Sin embargo, esta versión no incluye el lema en el escudo pese a que algunos lo acusan de ser “agresivo” y “belicoso” (Fuente imagen: gentileza del investigador histórico Marcelo Villalba).

Otra versión del escudo sin el listón ni el lema, también de 1872, con el huemul semejante a un caballo, mientras el cóndor luce como águila. Hasta las regulaciones que comienzan en 1920, persistía cierta libertad de presentación del diseño en casas editoriales y aun en la propia papelería gubernamental. Esta es del “Código Penal de la República de Chile” (Fuente imagen: gentileza del investigador histórico Marcelo Villalba).

El escudo con el curioso listón llevando el nombre de la República de Chile, mismo que en otras ocasiones será soporte de la divisa "Por la razón o la fuerza", persiste en varias publicaciones del período y reaparece en 1898-1899 en textos como el "Diccionario Geográfico de la República de Chile", de Francisco Solano Astaburuaga.

ORIGEN DEL ACTUAL ESCUDO: LA PROPUESTA DE C. WOOD

Como es bien sabido, y aunque existen algunos antecedentes menores así como propuestas intermedias, Chile ha tenido tres heraldos oficiales o blasones republicanos principales:

  1. Escudo Carrerino o de la Patria Vieja (1812);

  2. El Escudo de la Transición (1819) y,

  3. Escudo de la Patria Nueva (1834), correspondiente al actual.

El origen del último, el de la Patria Nueva, se remonta a 1832 cuando el gobierno del general José Joaquín Prieto manifestó interés por usar un nuevo emblema distinto al anterior escudo de la Transición, que había sido concebido bajo la euforia de la unidad americanista contra un enemigo común (España) y con la aspiración romántica de una alianza confederada en el continente. Por ello, y a diferencia del que había sido escudo de la Patria Vieja, este emblema no era alusivo a Chile propiamente, sino más bien a la comunidad regional y la enérgica causa independentista americana en su conjunto. A la sazón, además, y quizá por esa misma falta de poder de representatividad como símbolo nacional, el escudo de la Transición había caído en franco desuso, de modo que la autoridad optó por crear un nuevo, mejor y definitivo emblema.

Las motivaciones patrióticas en el afán de revisión del escudo quedan manifiestas en el texto preliminar del propio proyecto de ley de junio de 1834, que se presentó ante el Congreso Nacional para cambiarlo, aparentemente redactado por José Ignacio Zenteno para el ministro Joaquín Tocornal:

La República debe tener un escudo de armas que la simbolice conforme al uso casi inmemorial de todos los pueblos y naciones; no puede considerarse como tal el que se introdujo en los primeros fermentos de la revolución, porque a más de haber carecido de la sanción de autoridad competente, no contiene pieza alguna alusiva al grande objeto a que se encamina. Ha creído pues, el Gobierno, que no debiéndose tolerar por más tiempo ese escudo insignificante y abortivo, se sancione de una vez el que reúna a la legalidad de su origen la propiedad de la alusión.

El gobierno de Chile llamó por ley a concurso para el nuevo escudo nacional y el diseño ganador fue presentado por el artista inglés residente en Chile, señor Carlos C. Wood, siendo enviado al Congreso Nacional por la ley antes referida, aprobada el 24 de junio de 1834. Esta fue promulgada el día 26 con firma de Prieto y Tocornal:

Por cuanto el Congreso Nacional con arreglo a la Constitución ha discutido y acordado el siguiente proyecto de ley-

"El escudo de armas de la República de Chile presentará en campo cortado de azul y de gules una estrella de plata; tendrá por timbre un plumaje tricolor de azul, blanco y encarnado; y por soportes un huemul a la derecha, y un cóndor a la izquierda, coronado cada uno de estos animales con una corona naval de oro".

Y por cuanto con la facultad que me confieren los artículos 43 y 82 de la Constitución he tenido a bien aprobarlo y sancionarlo; por tanto dispongo se promulgue y lleve a efecto en todas sus parte como ley del Estado.

La ubicación de los animales tenantes o soportes del escudo hoy podría sonar inversa a la posición que señalan las innumerables transcripciones de dicha ley; es decir, con el huemul a la izquierda y el cóndor a la derecha, pero entendemos que la heráldica señala dicha relación izquierda o derecha desde la ubicación del blasón, no del observador. Por esta razón, todas las primeras aplicaciones conocidas del escudo lo han mostrado como tal y con la misma ubicación que mantiene hasta nuestros días.

En el proyecto de dicha ley, además, se detallaba textualmente la apariencia del escudo propuesto por Wood adelantándose en algo, incluso, sobre parte del contenido simbólico de sus elementos, según lo que se señaló en la discusión para el trámite:

En él observará el Congreso un campo de dos esmaltes, cuyos bien conocidos atributos cuadran perfectamente con la naturaleza de nuestro país y el carácter de sus habitantes. Alude también al antiguo distrito colonial de Chile y al territorio de Arauco, importante adquisición de la República. La estrella de plata es el blasón que nuestros aborígenes ostentaron siempre en sus pendones, y el mismo que presenta ese caro pabellón, a cuya sombra se ha ceñido la patria de tantos y tan gloriosos laureles; puede también referirse a nuestra posición geográfica, la más austral del orbe conocido. La insignia que se ve por timbre es la que adorna el sombrero del Presidente de la República, como característico de su dignidad suprema.

Los soportes representan un huemul y un cóndor, este ave más fuerte, animosa y corpulenta que puebla nuestros aires, y aquél, el cuadrúpedo más raro y singular de nuestras sierras, de que no hay noticia que habite otra región del globo, y de cuya piel, notable por su elasticidad y resistencia, hacen nuestro valientes naturales sus corceles y botas de guerra. Por último, la corona naval que supera la cabeza de ambos animales será el monumento que recordará siempre el glorioso triunfo de nuestras fuerzas marítimas sobre las de España, en las varias aguas del Pacífico, triunfo de terna nombradía, menos por lo heroico del suceso que por su trascendental y dilatado influjo, pues a la vez que afianzó sólidamente nuestra independencia, franqueó paso a nuestras armas para que llevasen tan inestimable bien al antiguo imperio de los incas.

Escudo de la Patria Vieja con sus divisas: “Post tenebras lux” y “Aut concilio aut ense”. Al centro, el símbolo de la Columna o Árbol de la Libertad.

Otra versión del mismo escudo de la Patria Vieja acompañando un artículo en la revista "Selecta", septiembre de 1910.

Versión simple del Escudo de la Transición de Chile. Fuente imagen: "La Estrella de Chile" de Gastón Soublette.

Versión más compleja del escudo de 1819, coincidente con el diseño en la representación que hace José Gil de Castro con el "ángel" que sostiene el conjunto en el retrato de Bernardo O'Higgins. Fuente imagen: "La Estrella de Chile" de Gastón Soublette.

Los tres escudos republicanos chilenos: el de la Patria Vieja, la Transición y la Patria Nueva. El escudo central sustituye los términos contrapuestos del lema por la simple palabra “Libertad”, lo que demuestra que la continuidad siempre ha sido entre los tres ese concepto independentista: LIBERTAD. Nótese que, de hecho, mantiene también el icono del “Árbol de la Libertad” que figuraba ya en el primer escudo.

"POR LA RAZÓN O LA FUERZA" en los cuños monetarios:

 

1) Moneda de oro que habría circulado de 1818 a 1834, en donde se lee “Por la Razón la Fuerza”.

 

2) Centavo vigente de 1852 a 1862, también con el lema “Por la Razón o la Fuerza”.

 

3) Moneda apodada el pechugón, de 1865 a 1890 (aprox.), con la misma frase-divisa.

 

Viejas monedas apodadas la paloma, de 1856, y el peso Montt, de 1858, mostrando en ambos casos la divisa "Por la razón o la fuerza" en su diseño. Fuente imagen: sitio Monedas de Chile (Blog sobre numismática chilena).

SURGIMIENTO Y SENTIDO DE "POR LA RAZÓN O LA FUERZA". ALGUNAS REVELACIONES NUMISMÁTICAS

Un primer argumento señalado por algunos de los simpatizantes de la idea de cambiar el lema en el actual escudo, aparece en este punto preciso de nuestro estudio: tanto en la versión oficial que acabamos de describir en el proyecto de ley de 1834, como en la misma propuesta artística del artista Wood, no hay mención al listón o cinta que proclame "Por la razón o la fuerza". Aunque el dibujo original del autor aparentemente se extravió, es sabido que nunca tuvo la famosa frase "Por la razón o la fuerza" en sus primeras aplicaciones oficiales, de modo que debió ser incorporada posteriormente a su diseño.

A mayor abundamiento, cabe indicar que sobrevive aún una innumerable cantidad de presentaciones y aplicaciones del símbolo patrio donde se confirma que no llevaba aquella u otra divisa. Sirvan de ejemplo los vistosos casos de los escudos que fueron grabados sobre las fachadas del ex Congreso Nacional y del Teatro Municipal, ambos edificios en Santiago; o en la berlina presidencial del siglo XIX, que actualmente está en las colecciones de carruajes históricos del Museo del Carmen de Maipú.

Sin embargo, hay un detalle que es crucial para comprender la inclusión del lema en el mismo escudo propuesto por Wood, que muchos han perdido de vista en su afán de verificar aquel punto exponiéndose así al sesgo de confirmación: "Por la razón o la fuerza" era un eslogan que estaba institucionalizado en Chile desde ANTES de comenzar a aparecer en el Escudo Nacional, y que la costumbre y la tradición tendieron a agregar casi de inmediato en algunas de las primeras generaciones con versiones del mismo, como veremos.

Aunque en ciertas versiones monetarias del período venía apareciendo el mismo lema o similares como "Por la razón y la fuerza", particularmente las acuñadas en tiempos de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y que se leían en la cara alrededor de un cóndor rompiendo sus cadenas, estimamos que un dato fundamental es lo que sucede a partir de la ley de inscripción monetaria del 14 de octubre de ese miso año 1834, que estableció el cuño del escudo acompañado del lema completo. En el proyecto de ley discutido se señalaba textual para el Artículo 10:

El tipo de las monedas de plata será por el anverso el escudo de armas de la República, sin soportes, circulado de un ramo de laurel y la inscripción "República de Chile", el año de la amonedación y el nombre abreviado de la ciudad en que fuere hecha. Por el reverso tendrá un cóndor despedazando cadenas con el lema: "Por la razón o la fuerza", las iniciales de los ensayadores, la ley intrínseca del metal y la cifra de su división.

La ley aprobada y promulgada estableció el lema monetario como "Por la razón y la fuerza". Sin embargo, el siguiente modelo conocido como la paloma (por la curiosa presentación del cóndor) de 5, 10, 20 y 50 centavos de 1856, así como el motejado peso Montt de 50 centavos en 1858, ambos diseños producidos por el grabador John Sherif, retomaron la idea original con el lema inscrito en la cara: "Por la razón o la fuerza". Esto se repite en series posteriores.

Se comprenderá con todo lo expuesto, entonces, que no es exacto el juicio de quienes se manifiestan interesados en alterar el lema señalando que "Por la razón o la fuerza" y divisas parecidas no existían a la sazón, por el hecho de no aparecer en los primeros escudos patrios basados en el modelo de Wood. Simplemente, están buscando las llaves en el cajón equivocado del escritorio.

Nótese, además, que aparecen por entonces algunas versiones primitivas del escudo patrio con un listón o cinta que no pertenece al diseño de Wood, mostrando el texto “República de Chile” en el mismo lugar que ahora tenemos “Por la razón o la fuerza”, correspondiendo a etapas primitivas del ordenamiento y la normalización del uso del diseño, hasta evolucionar al aspecto definitivo que actualmente le conocemos. Fueron muchas las versiones que circularon del escudo hasta la normalización del mismo en 1920, entonces, todas alejándose paulatinamente del más bien simple escudo diseñado y aprobado en 1834.

Observando por la ventada correcta, entonces, encontramos que la evidencia histórica puede demostrar de manera rotunda y fehaciente que el lema “Por la razón o la fuerza” ya estaba incorporado a varias versiones oficiales del escudo nacional y otros soportes en el siglo XIX, pese a no estar regulado formalmente este detalle en la legislación. De hecho, parece que hubo cierta libertad de facto para las representaciones del emblema durante un largo período, además de existir escudos antiguos en donde aparecen caballos o incluso guanacos en lugar de huemules; o bien donde la figura del cóndor semeja más a un águila o un halcón. Ni siquiera las primeras versiones formales del escudo aprobado en 1834 lucen tan definidas en la identidad de los animales tenantes, aunque mucho de esto dependía también de los criterios o talentos de imprentas, grabadores y artistas a la hora de fabricar matrices para reproducir las piezas: si el aspecto del cóndor era medianamente conocido por los chilenos más centrinos, menos lo era el huemul.

Sin embargo, se dice que no bien fue aprobado por el Congreso Nacional el diseño de Wood, habría aparecido publicado un escudo y su descripción en el "Boletín de Gobierno" de 1834 (Libro VI, página 110) y, para posible sorpresa de muchos, el dibujo sí incluiría el listón del lema, de modo que habría una decisión o tentativa del propio gobierno de adjuntarlo a presentaciones oficiales del escudo basado en el diseño del artista ganador. Empero, las apariciones principales son más bien informales, posteriores a la muerte del libertador Bernardo O'Higgins durante su exilio en Perú, especialmente después de que la Imprenta Argomedo de Santiago comenzara a publicar versiones de la Declaración de Independencia con el escudo y la frase de marras como homenaje a su memoria, al parecer volviéndose populares en esos días.

Prueba irrefutable del uso temprano del lema en el Escudo Nacional surge de observación de las ordenanzas del 4 de julio de 1854, del ministro de guerra y marina de Chile don Pedro Nolasco Vidal, durante el gobierno de Manuel Montt, referidas a la presentación oficial de la bandera presidencial con las características que aún conserva:

Lleva en el pabellón la única adición de este escudo de armas, colocado en la conjunción de los dos colores blanco y rojo, hacia la medianía de la bandera o pabellón. Tiene por lema: Por la Razón o la Fuerza.

Este parece ser un paso más en la definición oficial del Escudo de Chile, aunque no todas las publicaciones formales de estamentos gubernamentales incluyeron la divisa en el diseño, durante los años posteriores. Sin embargo, cabe añadir que tal aspecto del estandarte presidencial fue reafirmado por una ley muy posterior, de 1912, para el uso y presentación de esta bandera, mientras que la formalización del lema se detecta en una ley de 1920. En todo el tiempo transcurrido hasta entonces la situación fue un tanto ambigua, pero "Por la razón o la fuerza" permaneció en el uso tanto en algunas monedas como en expresiones populares de patriotismo y sus representaciones del escudo.

El lema parece haber estado integrado también a las versiones del escudo hacia el año 1888, por disposiciones del gobierno del presidente José Manuel Balmaceda para la presentación del símbolo en actos y reuniones públicas. Empero, el texto "Por la razón o la fuerza" aún no era regulado en la normativa como un lema obligatorio del emblema patrio, según se desprende de las libertades con que siguió siendo interpretado y representado en aquellos años y los que siguieron.

En otro aspecto, el concepto de términos de oposición semiológica dispuestos formando una unidad de comprensión (lectura), como es el caso del lema "Por la razón o la fuerza", era una idea que ya estaba instalada en el primer heraldo patrio creado por don José Miguel Carrera en 1812: en él habían dos textos formulando una “alianza” de los opuestos como lema de una causa única contra el enemigo realista, contra el enemigo de la liberad representado por el Imperio Español, justamente. El Escudo de la Patria Vieja tenía estas dos potentes frases en latín, entonces:

  • "Post tenebras lux" ("Después de las tinieblas, la luz"), y

  • "Aut consilio aut ense" ("Por el consejo o por la espada")

Es importante enfatizar que la columna central del conjunto diseñado por Carrera, entre los dos personajes que han sido identificados como una pareja hombre y mujer de indígenas (para otros son los clásicos dioses y conceptos de Marte-guerra y Venus-paz), es una estilización del símbolo conocido como el Árbol de la Libertad. Este concepto de la Libertad, es esencial en el contenido de todos los escudos chilenos, como iremos viendo.

El principio "Aut consilio aut ense" parece desprenderse desde las páginas de tratados como "La República" de Platón. El concepto del lema lo tomarán después los romanos para referirse a las garantías del orden social y político interno, siendo adoptado más tarde por los patriotas chilenos en plena lucha por la emancipación, como juramento y compromiso con la liberación del yugo realista. La espada no simboliza la agresión o la guerra por sí misma, como podría pensarse en una primera lectura, sino lo justo, la fuerza justificada. Es por esta razón que la Alegoría de la Justicia siempre es representada con una espada en una mano y la balanza (equilibrio) en la otra.

Así, la figura retórica de alianza de términos opuestos en un lema pasó a ser parte de la simbología patria y de la propia historia republicana de Chile, por el valor independentista y soberano que tuvo como eslogan. Y este mismo sentido libertario del lema carrerino es confirmado por otras proclamas vistas en la decoración del Palacio de La Moneda en la presentación oficial del escudo, el 30 de septiembre de 1812, como lo reporta el cronista Melchor Martínez en su “Memoria Histórica de la Revolución en Chile”:

En lo más elevado de la portada principal se veía figurado un alto monte o cordillera sobre cuya eminencia aparecían muchos rayos de luz con una inscripción en la parte superior que decía: AURORA LIBERTATIS CHILENSIS (La Aurora de la Libertad de Chile); y en la inferior la siguiente: UMBRAE ET NOCTI LIBERTATS SUCCEDUNT (La Libertad Aleja las Tinieblas).

En lo fundamental, entonces, "Aut consilio aut ense" y "Por la razón o la fuerza" intentan decir exactamente lo mismo: la promesa de los patriotas chilenos de procurar la libertad y la autodeterminación de sus pueblos. El concepto esencial contenido por el lema "Por la razón o la fuerza" existía desde antes de aparecer tal texto en el Escudo de la Patria Nueva, por lo tanto, y siempre fue alusivo a la lucha independentista; a la cruzada por la Libertad. En consecuencia, para cuando debutó el nuevo escudo en 1834, tal mensaje ya se estaba arraigado en el lenguaje y el simbolismo nacional, tanto su idea como probablemente también en su texto.

Algunos ejemplares de la numismática chilena confirman que la frase “Por la razón o la fuerza” siguió siendo un eslogan republicano durante toda la juventud de la nación independiente, basado en el mismo mensaje central y grito de lucha de “Aut consilio aut ense”, aunque es probable que no se le diera continuidad textual a este último lema en los símbolos de la Transición y la Patria Nueva (solo a su objetivo libertario) por la asociación que pudo haber tenido con la figura del general Carrera quien fue, como se sabe, un disidente y detractor de la Logia Lautaro.

No obstante lo anterior, existe un detalle especialmente importante en la continuidad de los escudos patrios confirmando la orientación auténtica y sincera de los lemas que formaban parte de sus diseños, incluida la frase “Por la razón o la fuerza”: como hemos dicho, el escudo de la Transición situado entre el de Carrera y el que tenemos en nuestros días, llevaba la palabra "Libertad" en lugar de las frases en latín de la Patria Vieja. Esto demuestra que el sentido de los contenidos de texto en los heraldos chilenos siempre ha sido el mismo: preservar y jurar la Libertad, concepto central del mensaje; Libertad "Por consejo o por la espada"; y Libertad "Por la razón o la fuerza".

Aquel mensaje análogo y heredado entre las divisas escudo de la Patria Vieja y la Patria Nueva no ha pasado inadvertido, aunque pretenda ser negado. Fue comentado alguna vez por el senador comunista Jaime Barros Pérez-Cotapos, además, cuando recordaba en la sesión ordinaria del 4 de septiembre de 1968:

Aunque los espíritus miopes pretendan relegar a las telarañas del pasado el lema carrerino de nuestro escudo: "Por la Razón o la Fuerza", este seguirá iluminando el camino de los revolucionarios de América. Aunque se siga llamando Instituto Nacional a secas el gran plantel educacional, este fue fundado por decreto de Carrera. Aunque la vieja Cañada, el basural que se llamó Alameda de las Delicias, tenga ahora otro apellido, fue Carrera quien la transformó en paseo santiaguino.

En otras palabras, las frases o conceptos centrales de los tres escudos nacionales han sido siempre una advertencia contra toda amenaza a la autodeterminación de la República de Chile; un grito libertario que nada tiene que ver con alguna clase de mensaje ulterior dirigido a países o pueblos vecinos, como se ha pretendido sostener en alguna ocasión y como defensa de la idea de modificar el actual lema del escudo.

A mayor abundamiento, cabe observar que solo en tiempos avanzados del siglo XIX se quiso darle un sentido hostil a la divisa e idea contenida frente al tema del entorno diplomático, por parte de representantes y publicistas de países vecinos con los que se sostenían litigios territoriales que fueron propios de aquella centuria. Y tan asociada a la identidad patria chilena ya estaba la misma divisa gracias a su presencia en las señaladas acuñaciones que, refiriéndose a ella cuando recién comenzaba la Guerra del Pacífico, un poeta que firmaba Dalmiro publicó el Lima, el 3 de abril de 1879, los siguientes optimistas versos:

Hará Chile el papel del QUIJOTE,
El salitre será su Dulcinea,
Que turbará del invasor la idea
De su moneda parodiando el MOTE.

De alguna manera, además, autores nacionales como el mismísimo Benjamín Vicuña Mackenna también hicieron su parte en aquella interpretación torcida, en su caso citándola con una connotación negativa en el controvertido libro de su autoría en donde intentaba persuadir a la posición diplomática chilena de desistir de las reclamaciones en la Patagonia y Magallanes ("La Patagonia", 1880).

Sin embargo, y a pesar de la claridad que arrojan los argumentos expuestos sobre el verdadero sentido del mensaje en el escudo, con la argumentación que presentó en el año 2005 el senador Ávila respaldando su proyecto para modificar la divisa, el parlamentario demostró no solamente dar al mismo otra significación, sino también el estar confundiendo los revisados lemas del primer escudo patrio con el actual, más allá de las continuidades entre ellos. Al parecer, el senador suponía erróneamente que se trataba de un mismo texto y no de dos versiones distintas de un mismo mensaje, según se desprende de sus palabras textuales:

Por la razón o la fuerza tiene una connotación agresiva, incurre en dos manifestaciones simultáneas de intolerancia; primero, creer que se tiene la razón y si ésta no es aceptada, se autoconfiere el derecho de imponerla por la fuerza...

...esta idea surge como consecuencia de examinar el sentido que en el contexto histórico actual adquiera un emblema de estas características.

...históricamente el lema nace acompañado de otra sentencia, que fue con posterioridad eliminada... nació de la siguiente forma “tras las tinieblas, la luz; por la razón o la fuerza.

Al eliminarle la primera parte, el lema quedó sin fundamento y por tanto fuera de contexto y, hoy Chile en particular necesita generar señales que apunten en un sentido exactamente contrario a lo que dice el lema de su escudo.

En resumen, entonces, el senador postulaba la idea anodina de que el primer escudo nacional llevaba por lema el texto "Tras las tinieblas la luz, por la razón o por la fuerza"; y, de acuerdo a su tesis, al ser omitida la primera parte de esta declaración en aplicaciones posteriores del lema en nuestro actual escudo, dejando solo la segunda, quedó inconexa la parte del lema "Por la razón o la fuerza" y se perdió así su sentido original o contexto necesario para la comprensión apropiada del mismo. Podemos concluir, entonces, en que el entonces parlamentario ignoraba que la frase del primer escudo. Jamás un emblema chileno ha llevado un lema que diga "Tras las tinieblas la luz, por la razón o la fuerza", de modo que todo el razonamiento sobre el cual germina su proyecto de modificación de la divisa estaba viciado desde el origen mismo, al intentar sostenerse de una tesis con un punto de partida tan incorrecto como rebuscado.

Insistiendo sobre el punto anterior, es claro que el mensaje de los lemas de los dos escudos podrá ser el mismo en la esencia de sus contenidos, como lo hemos dicho anteriormente, pero NO EXISTE ALGUNA VINCULACIÓN DE UNIDAD DENOTATIVA REAL ENTRE AMBOS, por lo que no existió tampoco una omisión parcial de las frases del primer heraldo que puedan justificar la supuesta incomprensión en que caería el actual, por la sencilla razón de que los lemas del primer escudo y del actual jamás fueron combinados en una presentación oficial común del emblema, como proponía el fundamento del proyecto.

Otro argumento deslizado repetidamente entre quienes se manifiestan en contra del lema "Por la razón o la fuerza" indica a que este eslogan habría surgido o se habría popularizado en un contexto de belicosidad e incluso de directa beligerancia con países vecinos, en períodos de irritación limítrofe del siglo XIX; o que, cuanto menos, el lema se prestaría para ser interpretado como una actitud prepotente y amedrentadora, que anuncia la voluntad de imponer "por la fuerza" lo que no se logró "por la razón” en materia de relaciones exteriores. Esta hipótesis era la que justificaba gran parte del señalado proyecto cuando fue discutido en la Comisión del Senado.

Sin embargo, a la luz de la verificación de los hechos históricos concretos, se advierte fácilmente que toda esta creencia no sería más que una leyenda negra y un mito meramente surgido de un error de interpretación. Y es más: si la popularización del uso de la divisa en el escudo coincide con el período de tensiones de la post Guerra del 79, que se extendió hasta 1929, no es porque se quisiera dar una advertencia patriotera a alguien, sino porque se desplazó por el ambiente de celebraciones del Centenario Nacional de 1910, que parece haber sido un importante aliciente.

Volviendo a la numismática en busca de demostraciones contra aquellos prejuicios, encontramos series de monedas que fueron acuñadas en Chile desde períodos anteriores a la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana de 1836-1839 y a las controversias limítrofes que afectaron las relaciones con países vecinos a partir de la década del 1840, tras los avances chilenos sobre sus territorios en Atacama por el norte y Magallanes por el sur. Aunque acá las hemos estado revisando raudamente, queda claro que la vigencia del lema de marras permaneció largo tiempo en el soporte representado por esas mismas monedas de circulación nacional.

Los aficionados y coleccionistas de numismática conocen bien aquella presencia del lema en las acuñaciones que circulaban tempranamente en Chile, y cuya existencia hace difícil sostener que el texto "Por la razón o la fuerza" haya sido resultado de animosidades manifiestas de forma explícita o implícita hacia países vecinos.

La existencia de doblones de oro acuñados en 1818, en donde ya aparecía inscrito perfectamente el mensaje de marras, podría ser un buen punto de partida. Sin embargo, durante el año anterior el supremo gobierno había oficializado también un sello de Estado con la inscripción “Unión y Fuerza”, poco después de la victoria de Chacabuco. El sentido original de la Unión-Fuerza lo explicaba el propio libertador José de San Martín al escribir lo siguiente en agradecimiento al envío de 1.000 monedas acuñadas con este sello para la paga de sus oficiales:

Las naciones y posteridad verán en este sello de la independencia de Chile, la época gloriosa del presente gobierno, como un monumento más sólido y apreciable, y más auténtico para la historia.

Queda demostrado con esto y fuera de toda duda, entonces, que la presencia del lema y el concepto subyacente en “Por la razón o la fuerza”, presente en las viejas monedas chilenas, fue heredado desde cuños y sellos a las presentaciones del escudo patrio en los siglos XIX y XX, y que este eslogan, a su vez, fue acogido culturalmente en nuestro país desde los tiempos de la Independencia.

Como dato curioso, se recordará que muchos años después Chile tuvo incluso una unidad monetaria llamada escudo, la que circuló en los complicados años de 1960 a 1975, así denominada precisamente en alusión al Escudo Patrio y a la fe depositada en ella para superar la inflación. Al respecto, el Decreto Nº 3.327 del 22 de agosto de 1964 del Ministerio de Hacienda, decía al referirse al diseño del billete del escudo:

En los cuatro ángulos, la cifra "1" colocada en forma vertical. Al lado izquierdo, opuesto a la marca de agua y dentro de un óvalo ornamentado, el Escudo Nacional con la leyenda "Por la razón o la fuerza".

Acta de la Independencia de Chile en versión alegórica y conmemorativa hecha por la Imprenta Litográfica Argomedo, al conocerse en el país la noticia de la muerte de don Bernardo O'Higgins en Perú en 1842... Se observa la divisa "POR LA RAZÓN O LA FUERZA" asociada al Escudo de Chile, mucho antes de las oficializaciones de 1920. Además de las monedas, parece haber sido el primer gran impulso para la incorporación del lema en el símbolo a nivel popular.

Aproximación al diseño de la bandera presidencial con el escudo y la frase “Por la Razón o la Fuerza” en su interior, según lo establecido por el Ministerio de Guerra y Marina en 1854.

Versión del escudo de Chile con la divisa "Por la razón o la fuerza" en las portadas de la gaceta "La Unión Liberal" en las Fiestas Patrias de 1862, periódico publicado en Valparaíso por la Imprenta del Mercurio. Archivos de la Biblioteca del Congreso Nacional.

El Escudo de Chile en una publicación de Fiestas Patrias de 1910 de la revista "Selecta", pleno Centenario Nacional. Como muchas versiones informales o editoriales, ya trae legible la divisa "Por la razón o la fuerza", en este caso dos años antes de la ley que algunos creen erróneamente lo incorporó por primera vez.

Detalle de otra imagen del Centenario Nacional, en este caso una postal conmemorando en 1910 la Batalla de Chacabuco. También aparece la frase "Por la razón o la fuerza" acompañando al escudo. Hubo varias del período con la misma característica y exaltación patriótica acorde al clima de la celebraciones de 1910. Fuente imagen: sitio de Chile Collector.

Etiqueta de una marca de vino del Centenario llamado "Por la razón o la fuerza". Se observa que, por un lado, el escudo estaba estrechamente asociado a la misma divisa aun si no aparece en él con el diseño del listón inscrito en la parte inferior; y, por otro, se confirma que era el uso popular el que sostenía mucho de dicha asociación entre el lema de marras y el emblema patrio, antes de la oficialización de 1920. La marca fue registrada por don Bernardo Vera Calvo comerciante de vinos y licores del Llano del Maipo. Fuente imagen e información: sección de marcas curiosas del Museo Virtual del Instituto Nacional de Propiedad Industrial de Chile.

OFICIALIZACIÓN DEL LEMA Y SU CORRELACIÓN CON LOS ANIMALES TENANTES DEL ESCUDO

Siendo muy posible que el ambiente de tensión fronteriza que sobrevino por algunos años inmediatamente después de la Guerra del Pacífico, haya abonado a torcer el sentido de la divisa del escudo, hay varios elementos clarificadores a considerar al respecto.

Dijimos que, ya en plena conflagración del 79, la propaganda peruana lo utilizó algunas veces como anatema moral contra los chilenos, algo que persistió durante la cuestión de Tacna-Arica. Algunas imprentas independientes chilenas respondieron publicando después postales con el mismo escudo y acompañadas de la frase "Por la razón o la fuerza" pero orientada ahora a un aspecto confrontacional, precisamente el que quieren prenderle como su origen algunos interesados en reformularla.

Lo recién señalado explica también que, en uno de los primeros intentos por revisar el recientemente firmado Tratado de 1904, el canciller boliviano Daniel Sánchez Bustamante enviara a los representantes de Santiago y Lima una desafiante nota del 22 de abril de 1910, manifestando el deseo de su patria de obtener una salida al mar por Tacna o Arica a cambio de "compensaciones satisfactorias". Como era Chile quien estaba en control de ambas provincias desde el Tratado de Ancón de 1883, Sánchez Bustamante agregó un agresivo mensaje parafraseando el lema patriótico chileno: "Sea por la razón o sea por la fuerza, Bolivia ha de volver a tener costas propias".

A pesar de toda la carga negativa de aquellos episodios en la historia diplomática de la región, ellos solo confirman que el lema ya estaba bastante asociado con Chile y era bien conocido a la sazón.

Sin embargo, "Por la razón o al fuerza" cobrará mucho mayor énfasis como proclama patriótica durante el Centenario Nacional, en nuestra impresión, especialmente en las representaciones informales y populares. No parece coincidencia que ese período aquel sea antesala de un nuevo hito en esta historia: el Decreto Nº 2.271 del 4 de septiembre de 1920, del Ministerio de Guerra, que fijó el modelo oficial para la confección del escudo patrio con el mismo lema-divisa. Esta ley comenzó a poner fin a las versiones de los escudos antiguos en donde aparecían caballos, guanacos y hasta seres con melenas leoninas en lugar de huemules; o bien con la figura del cóndor semejando más a un águila o halcón. Dicho decreto decía:

Vistos estos antecedentes,

He acordado y decreto:

Se declara como modelo oficial para la confección del Escudo Nacional de la República, el presentado por el Estado Mayor General, cuyo original quedará archivado en el Archivo General del Ejército.

Tómese razón y comuníquese.- Sanfuentes.- Ladislao Errázuriz.

El modelo gráfico iba adjunto al decreto de marras y corresponde, básicamente hablando, al mismo escudo de nuestros días. En él, además, puede advertirse con facilidad una correlación que tampoco parece casual del diseño: la ubicación del huemul y la palabra "razón", en la mitad la izquierda, y el cóndor con la palabra "fuerza", en la mitad derecha.

Fue el posterior Decreto Nº 1.534 del 18 de octubre de 1967 el que, finalmente, resumió todas las normas relativas al escudo nacional reconociendo oficialmente el lema "Por la Razón o la Fuerza". Entrando de lleno a la descripción del escudo, este decreto de 1967 establecía lo siguiente:

El Escudo de Armas presenta una estrella de plata de cinco picos al centro de un campo cortado, azul turquí el superior y rojo el inferior y su forma es la fijada por el modelo oficial aprobado por decreto de Guerra N° 2.271 de 4 de septiembre de 1920, conforme a la ley, y el cual, además, tiene por timbre un plumaje tricolor de azul turquí, blanco y rojo; por soportes un huemul rampante a su derecha y un cóndor a su izquierda en la posición que fija ese modelo, coronado cada uno de estos animales con una corona naval de oro; y por base un encaracolado cruzado por una cinta con el lema "por la razón o la fuerza", todo en conformidad al referido modelo.

El decreto fue publicado en el Diario Oficial Nº 26.915 del 12 de diciembre del mismo año de 1967, durante el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva.

Otro de los argumentos más recurridos por quienes aspiran a la modificación del lema del escudo patrio supone que la divisa fue incorporada “recién” ese año de 1967, por la ley que acabamos de comentar. Esta idea peca de doble falta y debe ser la más imprecisa de todas las esgrimidas para la misma obsesión revisionista: primero, pasar por alto que el lema ya era utilizado desde los tiempos de la revolución independentista, como hemos visto, con el diseño normado en 1920; y segundo, que la ley de 1967 solo reconoció y estableció formalmente una práctica que, con algunas variaciones, ya llevaba más de un siglo en aplicación, como también creemos haberlo demostrado.

Sobre el primero de los errores de consideración, no es pertinente extenderse demasiado, ya que hasta este punto hemos revisado la gran cantidad de usos del lema “Por la razón o la fuerza” en los símbolos nacionales, de modo que nos limitaremos a recordar que el propio decreto de 1967 aclaraba que su regulación se hacía como un homenaje a la memoria del libertador O'Higgins y no por causa de alguna odiosidad contra países vecinos, como algunos quieren creer. Lo que sí destacaremos es la orientación altruista con la que se normó la presentación del escudo patrio incluyendo el lema “Por la razón o la fuerza”, pues verifica la importancia que se da al uso oficial y las costumbres de larga data en al emblema. Decía esta ley en sus "Considerando":

1.- Que el 18 de septiembre del año en curso se cumple el sesquicentenario de la creación de la actual bandera nacional, instaurada bajo el gobierno del Director Supremo, Capitán General don Bernardo O'Higgins, por decreto del ministerio de guerra de 18 de Octubre de 1817, siendo Secretario de Estado en esa cartera el Coronel don José Ignacio Zenteno;

2.- Que hay conveniencia de promover el buen uso de los emblemas nacionales y procurar que sean considerados con respeto por la ciudadanía;

3.- Que los emblemas nacionales reciben la influencia en su uso que la costumbre del pueblo le impone, lo que hace necesario reglar y orientar dicho uso;

4.- Que las circunstancias de que las disposiciones legales y reglamentarias vigentes sobre la materia estén diseminadas en multitud de textos dictados en diferentes épocas hace difícil el conocimiento de todas ellas, y es necesario, por tanto, su recopilación, y

5.- Que esta recopilación debe reactualizar y refundir con beneficio general tales normas.

Sobre el segundo error, el de desvalorizar la tradición y concentrarse exclusivamente en el hecho de que el lema fuera formalmente establecido o reconocido (y no exactamente incorporado) en el Escudo Patrio, recalcaríamos la importancia de la costumbre no solo en la proporción que le otorga el citado decreto, sino también en la formación de contenidos culturales de una sociedad, por lo que la oficialización del lema “Por la razón o la fuerza”, aún cuando alguien se esforzara en considerarla algo más bien reciente dentro de la historia del escudo creado en 1834, no constituiría una aparición o inclusión espontánea en el escudo, sino el reconocimiento formal de algo que ya se venía practicando desde hacía rato en el uso de los emblemas y símbolos nacionales, por mucho que esto disguste.

Un caso muy parecido al anterior proviene de la cueca chilena: nadie se atrevería hoy a cuestionar que ya era un baile típico, además de patrimonio folclórico y parte de nuestra identidad cultural, antes de publicado el Decreto Nº 23 del 18 de septiembre de 1979 que la reconoció por primera vez en la legislación como danza nacional. Esto, más allá de todas críticas que podemos hacer al concepto, por supuesto, partiendo por desconocer que es una identidad más musical que un baile. Así como la ley de 1979 solo reconoció formalmente una situación en torno a la cueca que ya era un hecho desde antes, entonces, las leyes de 1920 y 1967 habían hecho lo propio con respecto al escudo patrio y su lema “Por la razón o la fuerza”, suponiendo que no bastaran los instrumentos legislativos del siglo anterior y ya vistos.

Además de los comentados argumentos que se esgrimen en el interés de algunos sectores políticos e intelectuales por abolir el actual lema del blasón, existe otro problema formal muy grave que provocaría el acto de alterar la frase "Por la razón o la fuerza" al trasladarla a "Por la fuerza de la razón": la posición de los animales chilenos en el escudo con relación a los conceptos representados en el mismo lema, de la que hemos adelantado algo ya.

Sucede que debe tenerse en consideración algo vital: como el lema está concebido desde los tiempos de la Independencia, con el primer concepto de Razón justificando al segundo de Fuerza y no de otra manera, "Por la razón o la fuerza" señala el camino único de la causa justa (la Libertad) que debe ser resuelta en primera instancia por la Razón, por el Consejo; pero, en caso de imponerse la irracionalidad del agresor, no se titubeará en hacerlo también por la Fuerza, por la Espada. No guarda relación, por lo tanto, con la figura de intolerancia de “creer que se tiene la razón y si esta no es aceptada, se autoconfiere el derecho de imponerla por la fuerza".

De ese modo, la coincidencia entre ambos conceptos opuestos del lema y el diseño del escudo parece estar también a nivel gráfico: Razón a la izquierda del observador, Fuerza a la derecha. Siniestra y diestra; primero lo uno, luego lo otro, Y los animales del conjunto están exactamente dispuesto así: el huemul a la izquierda de quien observa, y el cóndor a la derecha. Y aunque no se pueda saber a ciencia cierta ya si el artista Wood pensó en estas analogías cuando propuso su diseño, resulta evidente que la connotación dada a ambos animales en aquellos años coincide con la del lema. Así lo intuyeron también quienes colocaron la cinta con el texto en el heraldo, según parece:

  • El huemul (tierra) es un animal noble, herbívoro e inofensivo, que vive benignamente en paz con los bosques aunque sorteando el riesgo de llegar a volverse presa no solo de pumas, sino también de los propios hombres, como se desprende de lo anotado en el proyecto de ley de 1834. Equivaldría a la Razón, en el lenguaje simbólico y alegórico.

  • El cóndor (aire), en cambio, era interpretado en aquellos años como un animal feroz, carnicero y rapaz, cazador de ganado (recordar las ilustraciones del naturalista Claudio Gay) y con la energía vivaz del ave grande y majestuosa; por eso el lema iba acuñado con su imagen en las monedas antiguas, dicho sea de paso. Es la Fuerza, en la representación simbólica.

Esta interpretación también es defendida por Gastón Soublette en su ensayo “La Estrella de Chile”:

Para entender el simbolismo de los animales, aparte de lo dicho sumariamente en el texto legal, debe observarse que forman ambos un par de opuestos “elementales” que, frente al par fuego y agua determinado por los esmaltes, constituyen el par tierra y aire. Esta es la razón por la que no se escogió el puma como acompañante del huemul: en referencia al lema Por la Razón o la Fuerza, habrían constituido un par de equivalentes; en cambio el diseñador ha obrado ortodoxamente al escoger un par elemental que, en lo que se refiere al carácter de ambos animales, corresponde perfectamente al par de opuestos del lema.

En otras palabras, los promotores de la propuesta de cambiar "Por la razón o la fuerza" a "Por la fuerza de la razón" no parecen haber reparado en que la posición de los sustantivos "razón" y "fuerza", al quedar volteados dentro del lema, generan una incoherencia con las posiciones del huemul y del cóndor y rompen la relación casual o deliberada del diseño, dejando una anomalía o la puerta de los pretextos entreabierta para alterar a futuro, también, la posición de ambas figuras zoológicas y  conservar así el sentido completo de la composición.

Un fundamento adicional que es ofrecido entre quienes esperan cambiar la frase del escudo sugiere de modo general y subjetivo las conveniencias "diplomáticas" de alterar el lema y cambiarlo a "Por la fuerza de la razón", fundados en que esta frase es altruista y pacifista. En esta suposición se alude tácita pero principalmente a las relaciones exteriores de Chile con sus vecinos Perú y Bolivia, y a las sombras que, desgraciadamente, aún parecen proyectar sobre la diplomacia los episodios históricos de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y especialmente la Guerra del Pacífico, sin contar los demás períodos de tensión por cuestiones territoriales que aún persisten. Los contenidos germinales antihispánicos que están en el diseño del escudo parecen no incomodarles, sin embargo: solo es la impresión que puedan tener países vecinos.

En primer lugar, es claro que la propuesta de "Por la fuerza de la razón" es un lema que no guarda ninguna relación con algún hecho concreto de la historia, la cultura, la tradición o el folclore de Chile, sino que resulta de una reformulación inteligente del lema original del escudo, para darle un mensaje nuevo valiéndose de sus mismos elementos gramaticales. En términos semiológicos, este recurso correspondería a la figura retórica de la permutación de intercambio.

A su vez, existen antecedentes de que el lema "Por la fuerza de la razón" tampoco es un eslogan original y, de hecho, ya ha sido utilizado con mayor popularidad en el Perú que en Chile. Lo encontramos en el concepto que ocupó la alcaldía del Distrito de Chorrillos durante una disputa contra un proyecto inmobiliario que se había trazado sobre terrenos de valor histórico y cultural, a fines del pasado siglo. El lema se inscribió como eslogan de lucha en Morro Solar, el mismo peñón que fuera escenario de la batalla de Chorrillos durante la Guerra del Pacífico.

Por otro lado, conviene advertir que en el contexto cultural internacional, en la Aldea Global (usando términos de McLuhan), el concepto de "La fuerza de la razón" quedó asociado ya a un famoso y controvertido libro homónimo (“La Forza della Ragione”) que alcanzara a publicar la famosa periodista italiana Oriana Fallaci en 2004, dos años antes de su fallecimiento. la obra logró gran popularidad y llegó a ser un superventas, por abordar de manera bastante polémica el asunto de la penetración del Islam en Europa y aspectos de la confrontación con la cultura cristiano-occidental. Antecedentes como estos no pueden ser desconocidos ni minimizados cuando se discute la incorporación al escudo patrio de un lema que ya trae su propia carga de connotaciones y vínculos en la comprensión y en el uso internacional.

"LA RAZÓN": Lámina con ilustración de un huemul, en el "Atlas de la historia física y política de Chile" de Claudio Gay, 1854. Se ve como un animalito indefenso y tímido, algo connotativo de candidez, sumisión y hasta ternura. Sus características son de un típico animal inofensivo y no depredador.

"LA FUERZA": Lámina titulada "Caza de cóndores" en el mismo "Atlas de la historia física y política de Chile" de Gay. Los representa en las creencias de la época como aves predadoras, agresivas y muy fuertes, capaces de atacar y dar muerte al ganado ante la reacción desesperada de los criadores.

 

Diseño heráldico que acompañaba al decreto de 1920 del Ministerio de Guerra, como el modelo exacto y preciso del Escudo Patrio de Chile. Fuente imagen: Biblioteca del Congreso Nacional.

Escudo de Chile publicado en 1929 para el Libro de los Expositores en Sevilla, a instancias del Gobierno de Chile. Aparece perfectamente ajustado el escudo con el lema y todos sus elementos actualmente normalizados, solo nueve años después de la regulación de 1920. A la izquierda del observador está el huemul-razón (alusión noble) y a la derecha está el cóndor-fuerza (alusión guerrera), como protectores de la Libertad jurada en la Independencia.

Representación realizada hacia 1941 para la publicación del trabajo “Episodios Nacionales”, dirigido por Armando Silva Campos. En esta versión de carácter civil, se observa presente el lema del escudo tal cual lo conocemos hoy, en términos generales.

Estampilla chilena de 1960: “sesquicentenario del primer gobierno nacional”. El escudo ya está totalmente normado y uniformado con otros en sus aspectos de composición.

El que este escudo en particular haya sido publicado en un libro asociado a rencillas diplomáticas y fricciones territoriales (“La Cuestión de Límites entre Chile y la República Argentina”, Miguel Luis Amunátegui, 1879) sin incluir el lema, no abona a ciertas afirmaciones relativas a que “Por la Razón o la Fuerza” surgió como un eslogan de orientación belicosa o confrontacional en períodos de controversias limítrofes con países vecinos del siglo XIX (Guerra del Pacífico y litigio de la posesión de la Patagonia Oriental, en este caso).

El escudo y el lema correspondiente en el “Reglamento especial de requisitos para la exportación de vinos”, publicado en 1935.

Escudo con el lema correspondiente en los billetes de un “escudo” de los años sesentas, basados en una ley publicada en 1964, tres años antes de la que reconoció oficialmente el lema “Por la Razón o la Fuerza”.

 

CONCLUSIONES Y COMENTARIOS A MODO DE EPÍLOGO

Hay otros antecedentes que han hecho difícil la comprensión de algunos principios que animan a actores de la realidad chilena a proponer que el lema “Por la razón o la fuerza” merece ser omitido en favor de criterios trascendentes de convivencia y altura de miras. Esto, porque ocurre que han sido los mismos grupos políticos progresistas y más recientemente los "indigenistas" que sostienen con mayor ahínco posiciones radicales al respecto, los únicos que realmente han descontextualizado el sentido de este principio razón-fuerza y lema mismo, para asociarlo a causas de lucha o confrontación durante el siglo XX o lo que va del presente.

Sobre lo anterior, y no siendo nuestro ánimo enrostrar hechos pasados ni provocar una discusión filosófica sobre quién tiene derecho a arrojar la primera piedra en este tema, se recordará que durante el Régimen Militar en los años ochenta, militantes de grupos relacionados con la izquierda chilena realizaban publicaciones políticas desde olvidadas editoriales clandestinas que llegaron a ser todo un símbolo de resistencia entre la oposición. Una de ellas particularmente la relacionada con el Partido Comunista de Chile, llevaban un eslogan característico parafraseando el mismo lema de nuestro escudo patrio: "Por la Razón o la Fuerza, ¡Venceremos!". Aparecía, por ejemplo, en la portada de publicaciones ilegales de esos años. Más tarde, cuando se recuperó la democracia y el partido salió de la situación de proscripción, su histórico órgano "El Siglo" se legalizó modificado aquellos lemas hasta uno más amable: "Con la Razón y con la Fuerza, ¡Venceremos!".

Con dicho ejemplo pretendemos demostrar lo precario y subjetivo que resulta evaluar bajo aspectos moralistas fundamentales elementos simbólicos que pertenecen a otros contextos de tiempo,  contenido y entendimiento, además de corresponder a un lenguaje alegórico estricto. Esto explica el que la argumentación general presentada en el proyecto de modificación de la divisa en 2009 pecara de una falacia muy corriente en el mundo de la retórica, política y  fundamentación: el sesgo cognitivo formado por una impresión errada que deriva, a su vez, de prejuicios, parcialidades o conceptos preconcebidos que se imponen sobre una unidad de comprensión. En este caso, era la interpretación forzada contra el sentido original del lema “Por la razón o la fuerza”, torcido hacia otra idea o inducción que no guarda relación con la naturaleza y la realidad elemental de la frase.

A mayor abundamiento, un juicio errado por sesgo sería aquel en que se incurre al hacer sentencias con fuerte carga ética sobre un elemento que proviene de otro contexto histórico y ambiental, sofisma o vicio muy común en el análisis de cuestiones históricas. Si se evalúan desde la subjetividad y parcialidad del presente elementos culturales o simbólicos que provienen de estándares del pasado, probablemente siempre se incurrirá en el descubrimiento de un “conflicto” como el señalado, proponiendo para el escudo un cambio del lema desde la comodidad del actual entendimiento que puede darse y de acuerdo a elementos cognitivos e interpretativos contemporáneos.

Podemos graficar el señalado punto con otro caso análogo: existen en la ciudad de Santiago muchas representaciones del símbolo de la suástica o cruz gamada en la arquitectura y ornamentación urbana, hechos en los tiempos en que aún no existía la vinculación de este signo de origen místico con el fenómeno del nazismo alemán. Ejemplos: cielo en el Altar de la Basílica de la Merced, grecas decorativas en la fachada del Palacio de los Tribunales de Justicia y los muros del Mausoleo de la Sociedad Española de Beneficencia del Cementerio General. ¿Acaso sería apropiado y racional que, desde nuestra concepción actual y desde una compresión totalmente abstraída de la lectura que originalmente se le daba en el pasado, juzgáramos tales representaciones como emblemas políticos nazistas y propusiéramos bajo este pretexto su retiro, alteración o remoción?

Y ya concluyendo esta exposición en su parte medular, pasemos a hacer una síntesis de las conclusiones que son plausibles o pertinentes a todo lo acá expuesto:

  • El concepto central del lema del escudo de Chile, “Por la razón o la fuerza”, surge de los años de la lucha por la Independencia y asume distintas presentaciones o versiones que comienzan formalmente con la creación de los primeros símbolos patrios en el gobierno del general Carrera, en la Patria Vieja.

  • Tanto en sus presentaciones como “Post tenebras lux”, “Aut consilio aut ense” y “Por la razón o la fuerza”, el objetivo general de lucha que inspira a los lemas chilenos ha sido el objetivo de la Libertad: la protección y juramento de resguardo a la autonomía soberana de la República de Chile frente a cualquier fuerza o interés de dominación, aludiendo centralmente al colonialismo en las guerras de la Independencia y, por extensión, a cualquier amenaza contra la bien ganada y muy merecida libertad republicana.

  • La frase “Por la razón o la fuerza” estaba institucionalizada en el imaginario o adoptada en la sociedad chilena desde los tiempos de la emancipación americana; ya se hallaba posicionada o, cuanto menos, en proceso de afianzarse en la identidad nacional al momento de ser oficializado el Escudo de la Patria Nueva en 1834. Entre otros casos, el lema estaba presente desde 1818 en sellos y monedas que se acuñaron en Chile. Siempre fue comprendida como el descrito grito y promesa de Libertad.

  • Tras la elección del modelo propuesto por el artista Carlos Wood para el escudo nacional en 1834, existió cierto grado de libertades e informalidad en las representaciones que se hicieron del emblema patrio, incluso a nivel oficial, como las variaciones de los animales de soportes y sus líneas generales de diseño. En una de esas corrientes de representaciónse mostraba al blasón sobre un listón o cinta en donde se lee “República de Chile” o bien “Por la razón o la fuerza”, pese a no haber estado originalmente en el diseño de Wood. Con el tiempo y la reiteración en la costumbre, sin embargo, se fue imponiendo la presencia de “Por la razón o la fuerza” como texto que acompaña al emblema.

  • La presencia y la popularización del lema “Por la razón o la fuerza” se vio reforzada por series numismáticas acuñadas durante el siglo XIX, después del mencionado caso de los doblones de 1818, y en las que se asociaba el escudo nacional con el lema referido. De hecho, existió en la siguiente centuria una moneda chilena llamada escudo que en sus billetes llevaba oficialmente al escudo patrio con el lema “Por la razón o la fuerza” incluido en su diseño. También aparecieron versiones impresas del Acta de Independencia que la incluían.

  • Existe el antecedente histórico de que la bandera presidencial formalizada en 1854 y que no difiere mayormente de la de nuestros días, llevaba desde entonces incluso un escudo patrio con el lema “Por la razón o la fuerza”. Que el contexto bélico y el muy comprensible ánimo del momento histórico relativo a la Guerra del Pacífico entre 1879-1884 o sus consecuencias diplomáticas haya dado pie a un énfasis diferente para tal divisa en la simbología posterior, de ninguna manera significa que ese haya sido su origen.

  • No existen antecedentes que permitan confirmar que la presentación de los escudos de Chile con o sin la frase “Por la razón o la fuerza” estuviese condicionada por períodos o contextos específicos relacionados con malas relaciones con países vecinos o fricciones fronterizas. Por el contrario, el lema aparece o no en las distintas versiones, dentro de los criterios normales de relativa libertad de uso que existían desde el momento mismo en que este escudo fuera oficializado en 1834. A pesar de esta inconstancia, la presencia del lema cobra cierta energía en el período del Centenario Nacional.

  • La regulación definitiva del escudo se realiza por una ley de 1967 que ordenó todos los criterios hasta entonces empleados en la presentación de los emblemas, priorizando la legislación de 1834 y la de 1920. Gracias al valor de la tradición y la costumbre se había institucionalizado y normado el uso del lema “Por la razón o la fuerza” como una asociación indivisible con el Escudo Patrio.

  • Tampoco existen antecedentes históricos que permitan verificar que la normalización del escudo patrio o sus representaciones anteriores que incluían el lema “Por la razón o la fuerza” en el siglo XX, hayan tenido una orientación belicosa, inamistosa o apasionada en contra de pueblos o países vecinos: la propia legislación de 1967 aclara en su texto que el reconocimiento de los elementos del escudo que se están normalizando se ejecuta como homenaje a O’Higgins (y por extensión, a todos los patriotas de la Independencia), verificando así el sentido libertario original y definitivo del lema en la tradición nacional y la simbología patria.

  • El punto de partida de los juicios que proponen modificar el lema del escudo es impreciso y está viciado de un grave sesgo al desconocer el sentido original del mismo y trasladarlo a un contexto errado de comprensión, desde donde se le pueden arrancar interpretaciones conflictivas, impropias y, en algunos casos, lindantes en lo antojadizo o tendencioso. También se intenta hacer, con ello, una forma de evaluación comunicacional que no es correspondiente al lenguaje alegórico de los escudos, blasones o simbolismos contenidos en emblemas trascendentes. En otras palabras: a partir de un error se inventa un problema; desde el mismo falso problema se construye un caso; en el caso se plantea una necesidad de resolver “algo”; y desde esa necesidad artificial se inventa una solución que, si se hubiese partido desde la interpretación ajustada a los hechos, simplemente no existe ni se requiere.

  • Finalmente, se propone como urgente la sustitución del lema “Por la razón o la fuerza” por el antojadizo de “Por la fuerza de la razón”, que ha sido construido de manera ad-hoc especialmente para reemplazar el actual a partir de una permutación de palabras-sustantivos desde la frase original, pero que carece de todo arraigo cultural o estela histórica en nuestra tradición, imaginario, patrimonio, folclore e identidad nacional. De hecho, dicha proclama ya tiene una carga connotativa propia, al haber sido empleada y estar asociada a otras unidades de comprensión o acontecimientos internacionales de tiempos relativamente recientes, en algunos casos.

Aproximándonos entonces al cierre de este breve estudio, conviene recordar las paralabras que Joaquín Edwards Bello escribió en una ocasión, refiriéndose a otra manía de nuestra maltrecha sociedad:

Sufrimos invariablemente la desgracia de desear el cambio de todo cuanto nos rodea. Lo óptimo nos cansa y termina por fastidiarnos. Deseamos estrenos. Ortega y Gasset dijo que vivimos celebrando estrenos. Como niños malcriados, despanzurramos el juguete para ver lo que trae dentro. Total: destrozamos sin ton ni son. A veces dichos destrozos son iniciados mediante decretos de las autoridades competentes… En Londres, el tonto nacional diría: "Hay que cambiar el escudo británico, por cuanto en Inglaterra no hay unicornios". En Venecia, diría con tamaña boca abierta: "Es preciso quitar los leones alados. En Venecia no hay leones".

Consideramos así que la batería de fundamentos presentados en forma siempre muy general y subjetiva el propósito de cambiar la divisa del Escudo Nacional, basada fundamentalmente en procesos inductivos y fiebres pasajeras pero cíclicas, ni siquiera llega a ser la suficiente para justificar o explicar los intereses de ese mismo propósito por alterar el lema. Se trata más bien de una urgencia con más características de capricho refundacional, por cuanto se evalúa erróneamente el poder comunicacional de un escudo heráldico como si se tratara en verdad de otro tipo de pieza o soporte, entre una gran cantidad de otros problemas adicionales ya comentados. Y se nos figura particularmente preocupante la actitud con que se ha abordado el proyecto por parte de quienes manifiestan una oposición (o mejor dicho, una ojeriza) hacia el lema del escudo, en cada ocasión: priorizando deliberadamente un error o una mal fe de interpretación y se castiga a la comprensión correcta del mensaje original del lema en el Escudo Patrio de Chile.

La situación descrita es, acaso, tan irracional e incomprensible como lo sería exigir que se cambie el sentido de una calle aludiendo a que existen conductores que se internan por ella contra el tránsito. Esta analogía puede parecer caricaturesca, pero en resumidas cuentas, es la misma anomalía contenida en la idea propuesta para cambiar el lema “Por la razón o la fuerza” tomando por base el señalado error de interpretación y una distorsión en la comprensión semántica. Llegar a darle curso legislativo a un proyecto de tales características equivale a validar la modificación de forma arbitraria de un emblema que pertenece a todos los chilenos y que se supone trascendente, entonces, fundándose en una mácula de la comprensión. Y de prosperar una idea de estas características, no tardaría mucho tiempo en tener que ser revisada por la propia legislación que la hizo nacer, pues dejará sembrados más problemas que conveniencias y ciertamente sería una alteración incapaz de competir con la misma costumbre que llevó al reconocimiento connatural y oficial del lema “Por la razón o la fuerza” en el emblema.

Respecto de lo recién expresado, se recordará que un intento gubernamental por institucionalizar el uso de la tercera estrofa del Himno Nacional de Chile no pudo hacer más que convertir aquel fragmento de la canción en una opción u oportunidad de identificación política en el contexto de la época, a favor o en contra del régimen si se la interpretaba o no, respectivamente. Los años dictatoriales en que permaneció en uso dicha versión de la Canción Nacional por disposición oficial, además, no consiguieron impedir que el gobierno de Patricio Aylwin omitiera oficialmente la llamada "estrofa de los valientes soldados", no bien asumió la Presidencia de la República en 1990, volviendo a lo que había sido por muchos más años la tradición y la costumbre republicana.

Desde nuestro punto de vista, entonces, un intento de modificación del lema del escudo nacional tendría las mismas consecuencias de ineficacia que tuvo la tentativa de forzar el uso de esta parte de la Canción Nacional en sus interpretaciones públicas, ambos intereses imposibilitados de poder competir con la energía del arraigo y el uso.

Finalmente, estimamos que las propuestas de cambio del lema del escudo solo se valen de criterios fundados en impresiones erradas, en estados volátiles de ánimo social y en meras superficialidades ofrecidas como causas, todas arraigadas más bien en prejuicios de nuestra ignorancia nacional, en la superstición doctrinaria y a veces en la “corrección política” que caracteriza el tan criticado doble estándar de nuestra idiosincrasia criolla, en lugar de abrirle paso a una verdadera vocación de autosuperación, evolución y crecimiento de la mano de lo más positivo de la identidad cultural, reflejada en símbolos como el escudo patrio y su histórico lema “Por la razón o la fuerza”...

La ignorancia y el desconocimiento jamás deben ser premiados o complacidos cuando eso involucra devaluar o negar arbitrariamente los hechos; bajo ningún pretexto de buenas intenciones o compasiones.

ANEXOS

1) Otros ejemplos de aplicaciones del lema "Por la razón o la fuerza" en representaciones del Escudo de Chile previas a la ley de 1920 que muchos creen -equivocadamente- fue la primera incorporación de la frase a la simbología nacional (no incluye usos en acuñaciones monetarias ni timbres):

La presencia del lema “Por la Razón o la Fuerza” en el escudo nacional no sólo era una práctica que se observaba en algunas presentaciones oficiales pero especialmente las populares como esta, del escudo utilizado como sello en las postales de la casa fotográfica de Emilio Chagneau, en Valparaíso (c. 1870). Tiene semejanzas con el mismo diseño del escudo publicado en el periódico "La Unión Liberal".

Detalle de una caricatura humorística publicada en revista "La Lira Chilena" en enero de 1904, a propósito de las tensiones entre Chile y Perú por la cuestión de Tacna-Arica. Hubo otras versiones de esta imagen. El lema adquirió cierta significación nacionalista esperable en este período de mayores irritaciones diplomáticas, pero de modo alguno fue el origen de su presencia en algunas versiones del escudo: ni en casos previos, ni en casos posteriores.

Escudo de Chile en el arco triunfal instalado por los organizadores del acto de inaugración del Monumento a Luis Cruz Martínez en la ciudad de Curicó, en 1912. Imagen publicada por la revista "Sucesos" de aquel año.
Escudo de oro en galvano obsequiado por la sociedad de la Compañía Obrera de Putú al presidente Ramón Barros Luco y su esposa, la primera dama Mercedes Valdés Cuevas, el 1 de junio de 1912. Imagen publicada por la revista "Sucesos".

Escudo con la divisa en el estandarte de los excursionistas del Instituto Comercial de Arica, fundado en 1909 y dirigido por el profesor Horacio Amaral. Imagen publicada por revista "Zig-Zag" en enero de 1913.

Escudo de Chile en el Pabellón de Chile de la Exposición Universal de Gante, Bélgica, realizada entre abril y octubre de 1913. El módulo usado por la delegación chilena tenía forma de galeón, estaba sobre un estanque de aguas y llevaba el escudo chileno con la divisa correspondiente más el título "Chilinitrat" alusivo al salitre nacional. Tiene ciertos alcances de aplicación oficial, por lo tanto. Imagen publicada en la revista "Zig-Zag".

En la portada del "Libro Internacional Sud-Americano" de Alberto Márquez B. (cónsul de Chile en Paraíba, Brasil), año 1914. Esta presentación del escudo con su lema se repitió en las republicaciones del mismo trabajo en otros países de continente.
Página de los telegrafistas chilenos en el libro de circulación y producción mancomunada "Comunicaciones Internacionales", obra homenaje iniciada por C. A. Tomlisson y J. J. Varcal en la Exposición de San Francisco de 1913. Publicado en revista "Zig-Zag" en febrero de 1915.

El escudo y el lema “Por la Razón o la Fuerza” perfectamente incorporado ya en el conjunto, según este pequeño dibujo para sello aparecido en el ensayo de Hans Bertling “Estudio sobre el Paso por la Cordillera de los Andes”, segunda edición de 1917.

 

2) El lema "Por la razón o la fuerza" en fuentes del siglo XIX, previas a la ley de 1920 (no se consideran las menciones directas sobre acuñación de monedas):

"Los dieciocho días de Chile, desde la derrota de Cancha-Rayada hasta la Victoria del Maipo", de Domingo Faustino Sarmiento durante su exilio en Chile. Publicado en "El Mercurio" del 4 de abril de 1841 y reproducido en "Obras de D. F. Sarmiento", de 1887:

Santiago, una vez vuelta así misma, se manifestó grande en su afición, como la malaventurada Cartago, cuando le fue revelado el horrible anatema que los celos de su rival victoriosa habían fulminado contra ella; y los prodigios que obró el genio y el patriotismo en los cien días malogrados en Waterloo, se repitieron aquí por un pueblo entero, para que Chile pudiese un día llamarse nación libre e independiente, por la razón o la fuerza.

"El ostracismo del General D. Bernardo O'Higgins escrito sobre documentos inéditos y noticias auténticas", de Benjamín Vicuña Mackenna, 1860:

La patria vieja al morir dejaba un huérfano querido a todos los corazones que, vagando con ayes lastimeros de puerta en puerta, de regazo en regazo, creció bajo los ojos de los tiranos, dándole la beldad al aliento de sus labios, la matrona sus senos robustos, la juventud su entusiasmo inmortal, y aquel niño que en 1816 llamárase solo Manuel Rodríguez, en 1817 fue la patria nueva y un año más tarde fue Chile independiente, ante Dios y ante el mundo, y por la razón o la fuerza.

"Discurso pronunciado en la inauguración de la estatua del general Carrera, el 16 de septiembre de 1864 (por encargo de la Intendencia de Santiago)", de José Victorino Lastarria en su "Miscelánea histórica y literaria" de 1868:

Si José Miguel Carrera no tuvo la fortuna de ligar su nombre al de una de las portentosas batallas de la guerra de independencia, fue a lo menos el primero que condujo a la victoria al pueblo inerme y bisoño. Si él no alcanzó a prestar servicio eminentes a su patria constituida, al menos fue el primero que comprendió en toda su extensión el movimiento revolucionario a que fueron arrastrados por los acontecimientos los hombres de 1810, sin comprenderlo; y que quiso cortar con la espada de Alejandro el nudo que ataba a la colonia, para emanciparla sin disfraz, para conquistar por la razón o la fuerza su independencia, para fundar el gobierno de la soberanía nacional, la República democrática que entonces nadie conocía.

"Obras completas de Francisco Bilbao", seleccionadas por el propio autor y publicadas en Buenos Aires en 1865:

Esperar que esos déspotas y siervos se rebelen, minen o ataquen el principio de libertad por el cual nos respetamos, para entonces cumplir con el deber de la defensa propia, y el que exija la incompatibilidad de la existencia del enemigo, que haya jurado nuestra muerte, la muerte de la libertad del pensamiento, de la soberanía de la razón de cada uno, del derecho inalienable del gobierno propio. Entonces sí: uno u otro, y no hay más: "por la razón o la fuerza".

"Los emblemas nacionales (Introducción al Código de señales de la Armada de Chile propuesto en concurso por el capitán de fragata don Francisco Vidal Gormaz, y aprobado por decreto supremo de 21 de noviembre de 1882)". Publicado en el "Boletín de Instrucción Pública" de la Universidad de Chile, marzo de 1883:

La escarapela nacional se compone ahora de los mismos colores del pabellón, y el estandarte de la República es formado por la bandera nacional con el escudo de armas en su centro, y tiene por lema: Por la razón o la fuerza. Este estandarte ha sido usado hasta ahora, impropiamente, a nuestro modo de ver, como distintivo del Presidente de la República.

Editorial de "El Industrial" del 14 de febrero de 1883, reproducida en "El Desierto de Atacama y el territorio reivindicado", de Matías Rojas D., junio de 1883:

Dieu et mon droit dice el lema de una de las naciones más civilizadas del mundo, y Chile con el de POR LA RAZÓN O LA FUERZA, ha manifestado que las buenas causas tienen siempre un resultado favorable.

"Geografía descriptiva de la República de Chile", por Enrique Espinoza, 1890:

El Escudo de Armas de la república, ideado según los colores de la Bandera Nacional, lo que le da una feliz analogía, presenta un campo cuya mitad superior es de azul y la inferior de gules con una estrella de plata de cinco puntas en el centro. Lleva por timbre un plumaje tricolor de azul, blanco y encarnado; por soporte un huemul a la derecha y un cóndor a la izquierda, coronados ambos por una corona naval de oro. Su lema es: "Por la razón o la fuerza".

"Los representantes de la provincia de Aconcagua en la Guerra del Pacífico. 1879-1884", de Florentino A. Salinas, 1893:

Pero estos insustanciales comestibles no podían satisfacer el hambre, y los soldados se vieron impelidos a echar mano de los burros que retozaban por la campiña, y que bien cebados estaban... El famélico apetito hacía parecer exquisita la carne de estos animales, y puerta en largos asadores a la lumbre, exhala un olorcito tan incitante, que era tentación casi irresistible para los exhaustos estómagos. Y comíamos, pues, todos de ella, parodiando singularmente el lema de nuestro escudo, "por la razón o la fuerza".

"Bosquejo de la hacienda pública de Chile desde la Independencia hasta la fecha", de Evaristo Molina, 1898, refiriéndose al primer escudo patrio y corrigiendo precisamente las interpretaciones imprecisas de su divisa:

Consistía en una columna dominada por un globo sobre el cual había cruzadas una lazan y una palma.

Al lado izquierdo de la columna estaba un gallardo joven indio, y a la derecha una hermosa mujer indígena. Encima de todo, a alguna distancia, se elevaba radiante una estrella teniendo por lemas: Post tenebras lux en la parte superior, y en la inferior Aut consilio, aut ense.

Esto último significa: O la razón o la espada, idea perfectamente expresada en el lema actual Por la razón o la fuerza. Se desvirtúa por consiguiente la disyuntiva que este contiene cuando se dice Por la razón y la fuerza.

3) Ejercicio de ejemplificación de los errores en los juicios sobre el Escudo Patrio, tomando por referencia los símbolos históricos de los partidos políticos:

Nos permitiremos un pequeño ejercicio de formulación de juicios sesgados con elementos que puedan ser tan familiares a las clases políticas chilenas como lo sería el propio escudo patrio de Chile: los símbolos de los partidos. Para estirar la demostración hasta el mismo fundamento falaz y tremendista que se esconde en la interpretación imprecisa del lema del escudo por parte de quienes aspiran a modificarlo, propondremos las siguientes observaciones deliberadamente concebidas desde la misma distorsión de un sesgo de descontextualización:

  • Por el lado de la izquierda y la centro-izquierda del espectro político, nos encontramos con símbolos partidistas que podrían ser interpretados perfectamente como emblemas de odiosidad, asociación con tiranías, muerte o calamidades políticas, especialmente del siglo XX, como la rosa empuñada en una mano que otrora identificó a la propaganda de las internacionales revolucionarias, la que fue depurada solo cuando la adoptaron las socialdemocracias europeas. Otro caso es el del partido que se identifica con un hacha de guerra indígena que parece estar amenazando a Sudamérica, y vaya que alguna vez lo hizo. Y de la hoz y el martillo, símbolo revolucionario y del bolchevismo, no hay mucho que agregar a favor de una connotación violenta, mirando al pasado de la Europa oriental, por ejemplo. Un juicio sesgado y apelación a espantapájaros políticos sería proponer que, por prestarse también para interpretaciones potencialmente odiosas sobre su verdadero sentido, estos símbolos deberían ser omitidos, modificados o bien cambiados, pues representan amenazas de convivencia o mensajes peligrosos.

  • En el centro político y con relación a uno de los partidos más tradicionales de nuestra historia política, podemos recordar que para nadie es secreto que el falangismo chileno tuvo cierto grado de inspiración o influencia desde los procesos del falangismo español e incluso en la primera etapa del fascismo italiano, de carácter reconocidamente corporativista y militarista, algo que es comentado en los libros “El Partido Demócrata Cristiano Chileno” de George Grayson y “Chile: de la Falange Nacional a la Democracia Cristiana” de José Díaz Nieva. Desde un punto de vista tendencioso, entonces, podría argüirse que el uso común de flechas en los símbolos de ambos movimientos falangistas, el de Chile y el de España, no parece ser casual y debería generar suspicacias por su contenido de naturaleza proto-fascista, razón que muchos encontrarían suficiente para proponer que sea modificado.

  • Y sobre los conglomerados de la derecha y centro-derecha, demás está recordar la connotación militar que tenían las estrellas (independientemente de que tal interpretación sea o no la más correcta) al momento en que estos símbolos fueron incorporados a los logotipos de los que han sido dos principales partidos de este lado del espectro político en Chile, aunque en años más recientes han ido renunciando paulatinamente a la relevancia de este detalle en sus respectivos emblemas. En un razonamiento falaz, entonces, la misma inducción utilizada para levantar un anatema sobre la frase “Por la razón o la fuerza” permitiría concluir que los principales partidos de la derecha chilena protagonizan un acto de apología velada del militarismo y del autoritarismo en sus simbologías corporativas.

En fin: puede verse que, valiéndose de los mismos prejuicios puntillosos y rebuscados que se depositan contra el lema del Escudo Patrio abstrayéndose de los argumentos históricos y culturales principales, podría hacerse la misma advertencia contra prácticamente todos los símbolos partidistas, esgrimiendo que también merecen ser cambiados con urgencia por connotar señales inamistosas o confrontacionales, violentándose así toda la carga emblemática e histórica que cada uno de ellos busca representar en realidad.

4) El problema de evaluar con criterios comunicacionales y derivativos un Escudo de Armas, más algunos ejemplos internacionales recientes de cambios en símbolos patrios:

Otro aspecto crucial de la discusión que hemos reservado para los anexos que cierran este trabajo, es que el Escudo Patrio nunca ha sido ni podrá ser un elemento de comunicación corporativa o un soporte comunicacional que resista el tipo de análisis que se ha hecho de él en interés por modificarlo, al juzgarlo con los parámetros sugeridos por los críticos del lema “Por la razón o la fuerza”. Quienes proponen un cambio o alteración al respecto parecen pasar por alto esto, al minimizar el hecho de que los blasones heráldicos, en general, están en la categoría símbolos-emblemas de valor alegórico y trascendente en el tiempo: lo enfocan y evalúan más bien como si correspondiera a una pieza de comunicación y/o corporativa, tipo marca y logotipo inclusive, susceptible de modificar en pro de la comprensión óptima de un mensaje.

Verbigracia: resultaría impropio suponer que el símbolo de la Cruz de la Iglesia Católica Apostólica y Romana merece ser modificado bajo la premisa de que corresponde a lo que fuera antes un instrumento o un procedimiento de muerte (la crucifixión), pues se comprende que el valor trascendente de la cruz cristiana como símbolo-emblema (en este caso, religioso) está por encima de la interpretación de elementos secundarios o derivativos que pudiesen servir como excusa para postular su alteración deliberada.

Por aquella misma razón, los gobiernos democráticos de la Concertación que se fueron sucediendo desde 1990, también asumieron que el Escudo Patrio carecía de tales comportamientos comunicacionales, comenzando a emplear logotipos especialmente concebidos para funciones estrictamente gubernamentales.

Los escudos y la heráldica en general trabajan con símbolos diseñados bajo criterios iconográficos y alegóricos fundadores, no con mensajes narrativos ligados a efectos comunicacionales como los que pretenden atribuírseles al lema al acusarle de connotar contenidos y contextos especiales de agresividad o belicismo, particularmente a la frase "Por la razón a la fuerza". Con esta creencia, además, se violenta la naturaleza de las denotaciones y connotaciones de un símbolo: mientras la denotación está directamente ligada al objeto, la connotación es subjetiva y está en la mente de quien lo interpreta. El que yerra al interpretarlo, no puede esperar ser premiado con la modificación denotativa (en este caso, del lema) como solución o remedio a la mala connotación que le inspira por error, sesgo, prejuicio, ignorancia o parcialidad.

Existen casos históricos internacionales en los que se ha modificado un emblema patrio, por cierto, pero la explicación de estas situaciones específicas no guarda relación con las motivaciones que existen en Chile para proponer el cambio del lema bajo criterios esencialmente de comunicación, sino de simbolismo o representación. Está, por ejemplo, el de las cerca de 26 “actualizaciones” a la Bandera de los Estados Unidos de América que han debido hacerle a la cantidad de estrellas de su campo azul, en consideración de que estas simbolizan cada una a un respectivo Estado de la Unión, cuyo número se ha ido ampliando en la historia. En otras palabras, había una correlación con un elemento racional que debía ser mantenido y por eso se produjo el cambio correspondiente. La última vez que la bandera de los Estados Unidos sufrió este ajuste fue en 1960, con la incorporación de Hawai.

Otro caso fue el de las modificaciones realizadas sobre la bandera y el escudo de la República Bolivariana de Venezuela, situaciones ambas que, tal como sucedió con las leyes chilenas de 1920 y 1967 para el escudo, nacen de la necesidad de regular el criterio oficial de presentación de los símbolos patrios con la pauta determinada por la costumbre, la cultura y la tradición que mejor identifica a la nación, o al menos así se fundamentó la razón del cambio en esta ocasión. En el caso del escudo venezolano se devolvió la mirada del caballo hacia el frente, tal como estuvo hasta 1930, cuando la ley obligó a voltearle la cabeza y, desde entonces, había en circulación escudos con el animal corriendo con la cabeza recta o volteada, así como parados hacia la derecha o hacia la izquierda. La decisión del año 2006 fue establecer definitivamente al equino blanco corriendo hacia el lado izquierdo y con vista al frente.

El caso de la bandera de Venezuela, a la que se adicionó una estrella más, tiene una explicación parecida pues existía una deuda con la voluntad del libertador Simón Bolívar en relación a un decreto suyo del 20 de noviembre de 1819, en donde habría dispuesto la adición de una octava estrella en el estandarte como símbolo de la liberación de Guayana. Sin embargo, este símbolo se había perdido en variaciones posteriores de la bandera de sólo siete estrellas, siendo “recuperado” también en el año 2006.

Como se observa, entonces, la modificación de símbolos heráldicos de carácter nacional o patrimonial, está relacionada más bien con factores de coherencia o representación alegórica y de fundamento histórico, no con interpretaciones políticas o causalidades de fundación pasajera, ligada a contextos específicos de tiempo no originales a la formación o creación del símbolo.

Por lo mismo, no podemos evitar recalcar que el objetivo central de los intereses de modificación del Escudo Patrio de Chile consisten en sustituir una frase de arraigo, uso continuo y valor histórico como es “Por la razón o la fuerza”, por otra inocua y estéril creada especialmente para cumplir con este reemplazo haciéndolo menos traumático, pero no institucionalizada en nuestra cultura, tampoco respaldada por un contenido histórico y ausente de todos los elementos de arraigo y de lenguaje alegórico que se utilizan en la concepción de los diseños heráldicos.

Algunas etapas en la evolución del escudo de la República de Venezuela: la normalización se planteó en base al uso y la costumbre, especialmente con relación a la postura del equino (el caballo de Simón Bolívar) dentro del conjunto heráldico, que parece ser elemento menos estable del mismo a lo largo de las versiones del símbolo. El último de la serie es el tomado por oficial, tras la revisión del año 2006.

Comentarios

  1. Comentarios recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo:

    Unknown3 de junio de 2017, 10:23

    una investigación esquisista , en hora buena.criss salazar felicitaciones .
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    Criss Salazar8 de noviembre de 2019, 22:11

    Mensaje rescatado de la continuación de esta entrada, ahora fusionada en un artículo único (éste):

    JAIME ALEXIS JAQUE MEZA9 de julio de 2015 a las 11:31

    Excelente mixtura y rigurosidad de los temas.
    Excelente Blog.
    Felicitaciones.
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    Unknown8 de julio de 2021, 10:41

    Excelente trabajo y de muy alto contenido historico.
    Felicitaciones.

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