Las cuatro banderas nacionales, incluida la de la
estrella solitaria al centro, en
detalle de lámina-dedicatoria del Instituto de Investigaciones Históricas General José Miguel
Carrera para las celebraciones de la Virgen del Carmen de 1967, en los archivos
del Sagrario del Arzobispado de Santiago.
En la
época de Fiestas Patrias, es común ver algunas reproducciones de las banderas
históricas de Chile, entre la Patria Vieja y la Patria Nueva, pues el largo y
doloroso proceso de la Independencia nos dio tiempo de revisar nuestros propios
símbolos nacionales varias veces y dejar las etapas del proceso plasmadas en
ellas. Estas representaciones cumplen con lo que usualmente se enseña sobre el
tema; es decir, que las banderas chilenas han sido sólo estas tres: la de la
Patria Vieja, la de Transición y la actual de la Patria Nueva.
Sin
embargo, para algunos historiadores habría existido una cuarta bandera, previa a
la definitiva de la República en la Patria Nueva, cuyo uso quizás marginal y
efímero ha llevado a muchos autores a desconocer su existencia o minimizar su
valor como símbolo patrio e histórico. La mayoría de ellas no la considera
auténticamente un heraldo relevante en la cadena de pabellones patrios de la
historia chilena, e incluso se discute sobre si existió o sólo fue una intención
jamás materializada, pues hay quienes llegan a ponerla en duda, cuando no la
desconocen por completo.
En orden
consecutivo, nuestros históricos pabellones nacionales fueron la Bandera de la
Patria Vieja, concebida en 1811 por don José Miguel Carrera; luego, la Bandera
de la Transición del 26 de mayo de 1817, diseñada aparentemente por don Juan
Gregorio Las Heras (otras fuentes señalan la fecha de creación el 18 de octubre
de ese año), y, finalmente, la bandera de nuestros días, jurada el 12 de febrero
de 1818.
Empero,
la segunda bandera de la historia de Chile, la de la Transición, compuesta por
tres franjas horizontales (azul, blanca y roja, de arriba hacia abajo) debió ser
modificada en 1817 luego de protestas formuladas a Chile por Francia y Holanda,
dado que el parecido de este emblema con las banderas de estas naciones europeas
estaba generando confusiones y errores. Se dice, además, que la bandera de la
Transición no alcanzó a ser oficializada, detalle que muchos autores parecen
pasar por alto.

Pero
ciertos estudios de las últimas décadas, han arrojado una nueva luz sobre lo que
realmente pudo haber sucedido entre medio: a continuación de la bandera de la
Transición y ante la necesidad de cambiarla, apareció un emblema misterioso rara
vez mencionado por la historiografía oficial chilena y conocido por unos pocos
como la Primera Bandera de la República. Su diseño era de tres bandas
horizontales (de arriba hacia abajo: blanco, azul y rojo) y de estrella
solitaria al centro; la primera en Chile con esta característica.
El
aspecto de esta bandera aparece aludida en un decreto promulgado entre la
señalada urgencia de sustituir el pabellón. Su diseño será un aporte a la
bandera final de la República actualmente en uso, además. Ha sido estudiada,
entre otros, por el miembro fundador de la Academia de Historia Militar, el
Coronel (R) Manuel Reyno Gutiérrez, quien publica algo al respecto en el
"Anuario de la Academia de Historia Militar: Año X, Nº 4" (1987-1988), en el
artículo de investigación titulado "Historia de los emblemas nacionales".
El
decreto de marras, archivado en la página 27 del Tomo 30 del Boletín Oficial,
dice sobre el aspecto y las condiciones de uso de esta bandera misteriosa:
Santiago, febrero 18 de 1826.
Por
cuanto se ha hecho demasiado notable el abuso con que se usa de la bandera
nacional de guerra, aun para objetos que ninguna relación tienen con el
servicio e intereses de la República, siendo además necesario que aun donde
éste sea permitido se haga con la distinción correspondiente, he venido en
decretar:
1°
El pabellón nacional de tres cuarteles, blanco, azul y encarnado con la
estrella blanca en el cuartel azul, sólo puede tremolarse en los ejércitos,
plaza de armas, fortalezas y embarcaciones de guerra de la República.
2°
El Director Supremo podrá enarbolar el distintivo de Almirante o el pabellón
nacional, donde quiera que se halle.
3°
Podrá igualmente enarbolarse éste por el Comandante General de Armas,
Generales de los ejércitos y Gobernadores de Provincia en sus casas y
cuartel general, excepto cuando se halle en la misma residencia el Jefe
Supremo de la República, que enarbolando el pabellón, lo arriaran todos.
4°
Los buques mercantes e individuos particulares podrán usar en su casa la
bandera tricolor dividida en tres cuarteles, pero sin la estrella.
El
Ministro de Estado en los Departamentos de Guerra y Marina queda encargado
del cumplimiento de este decreto, que se comunicará e imprimirá.
INFANTE - NOVOA
Nótese
la fecha en que aparece datado el decreto: 18 de febrero de 1926... También es
curiosa la definición que se le otorga al estandarte: "la bandera nacional de
guerra" para ser empleada sólo en "el servicio e intereses de la
República". ¿Correspondía sólo a una bandera reservada ya al uso militar y
bélico tras tras haber estado presente en la Guerra de la Independencia? ¿O sólo
se trató de una descripción heráldica y vexilológica de la misma bandera actual
generando un error de interpretación al definir las tres áreas de colores como
"cuarteles", incluyendo el cantón azul?

Las banderas históricas chilenas. Según opiniones
como la del Coronel Manuel Reyno Gutiérrez, serían cuatro y no tres, como se
sostiene comúnmente. La tercera bandera en orden cronológico, es la que
frecuentemente ha sido olvidada por la historia oficial.

Las cuatro banderas de Chile en el Liceo Bernardo
O'Higgins de Iquique, en mástiles con moharra y empotrados.
Para
hacer más confuso el asunto, se debe recordar que a la sazón ya estaba el plena
vigencia nuestra actual bandera nacional. Cabe preguntarse, por consiguiente:
¿Se trata de la mantención de alguna versión de la bandera previa a la
definitiva o bien de una descripción imprecisa del diseño de la misma?
De
acuerdo a lo interpretado por el investigador, es posible, entonces, que ésta
fue nuestra última bandera transitoria o primera republicana, antes de adoptarse
en forma definitiva la de 1817-1818 (algo sucedido recién en 1854, según
informa), sobre la cual se había jurado la consumada libertad de Chile,
derrocando así la vieja creencia de la "triada" de banderas históricas de
nuestro país. Se calcula, de hecho, que estuvo por lo menos tres meses en uso,
según algunas opiniones.
Más aún,
Reyno Gutiérrez asegura que pudo haber sido usada parcialmente en la Guerra
contra la Confederación Perú-Boliviana:
De
acuerdo con esta disposición, así era la bandera en uso durante el período
que conocemos como de la ANARQUÍA y la Presidencia del General Joaquín
Prieto y, por tanto, ella debió ser la insignia que fue llevada por nuestras
expediciones al Perú en 1837 y de 1838-1839 bajo los mandos del Almirante
Manuel Blanco Encalada y Manuel Bulnes, respectivamente. De ser así, como
nos parece natural, es ésta la enseña de la estrella solitaria que flameó en
Portada de Guías, Matucana, Buin, Pan de Azúcar y Yungay. Por otra parte así
parece demostrarlo el retrato del Presidente Francisco Antonio Pinto, de
Antonio Cicarelli y propiedad de doña Ana Bulnes Sanfuentes, ya que la banda
aparece con sus colores blanco, azul y rojo en este mismo orden, y lo mismo
sucede con la que luce el Presidente Bulnes en el óleo de Ernesto Charton de
Treville, que se encuentra en el Museo del Carmen de Maipú.
Muchos
minimizan la importancia de esta presunta bandera, aludiendo a que no puede ser
considerada como otro pabellón patrio de nuestra historia porque nunca fue
oficializada o porque no existirían pruebas concluyentes de que haya sido usada
de manera formal, razón por la que se pone en duda su existencia práctica. Sin
embargo, cabe señalar que la bandera de la Transición tampoco fue totalmente
oficializada, y sin embargo aparece perfectamente considerada en la totalidad de
los libros de historia que abordan el tema de los estandartes patrios.
La
discusión sobre esta misteriosa bandera ignorada o desdeñada por la memoria
nacional quizás nunca quede completamente resuelta, condenándola a ser sólo una
curiosidad a la vez que una bella referencia arcana y casi mistérica en nuestra
historia de los símbolos patrios.
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